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Kilmar Abrego García, ¿el nuevo George Floyd?

La deportación de Kilmar Abrego García reabre el debate migratorio en EE. UU., en medio de errores judiciales y tensiones políticas.

De entre todos los inmigrantes ilegales que los demócratas podrían escoger como su mártir, su "poster boy" como dicen allí, se han decidido por Kilmar Abrego García, un salvadoreño sospechoso de pertenecer a la Mara Salvatrucha que entró ilegalmente en Estados Unidos en 2011 y al que la administración Trump envió hace unas semanas de vuelta a su país donde entró directamente en la cárcel de Bukele.

Su caso, a priori, sería uno de tantos deportados si no fuera por un detalle: hay sospechas fundadas de que fue deportado ilegalmente. Cuando la primera administración Trump intentó mandarlo de regreso en 2019, sus abogados adujeron que estaba amenazado por otra mara llamada Barrio-18 y que por eso no podía volver, de modo que el juez paró la deportación. Inmigración no recurrió, porque generalmente no lo hace al estar bastante desbordados con el número casi infinito de inmigrantes ilegales que hay en el país, de modo que para poder expulsarlo primero habrían tenido que revocar la orden del juez. Y no lo hicieron.

¿Por qué? Después de leer distintas versiones, parece una metedura de pata. Según detienen a inmigrantes con sospechas o directamente pruebas de pertenecer a bandas como la venezolana Tren de Aragua o la salvadoreña Mara Salvatrucha, los están metiendo en un avión con destino a El Salvador a que Bukele los meta entre rejas. Pero aquellos que tienen un asterisco en su expediente porque tengan o hayan tenido algún proceso como el de Abrego García los dejan en tierra y meten a quien tengan en lista de espera. Pues bien, todo apunta a que Abrego García estaba en lista de espera y lo metieron en el avión antes de darse cuenta de que él también tenía asterisco. La juez encargada del caso ha entrado en cólera, el fiscal que admitió que el Gobierno había cometido un error ha sido destituido y los demócratas han decidido que puede ser un buen gancho para atacar la política inmigratoria de Trump.

Así, los medios se han referido a Abrego García como un "padre de Maryland" porque está casado y con un hijo y lo han convertido en poco menos que un americano ejemplar, un mártir al más puro estilo George Floyd. Sin embargo, aunque nunca ha habido un juicio al respecto, lo cierto es que hay indicios de su pertenencia a la mara salvatrucha aceptados por un juez y un par de denuncias de su mujer por violencia doméstica, lo cual no altera sus opciones legales, pero sí las propagandísticas, por más que tampoco es que Floyd fuera un ciudadano ejemplar tampoco. A uno de los senadores de Maryland le ha dado todo igual y se ha ido al Salvador a hablar con él y a explicar que "Kilmar" está aterrado y que debe volver a casa. Mientras, la juez federal encargada del caso está a un paso de actuar contra el Gobierno por no haber seguido sus dictámenes.

¿Por qué no recula el Gobierno de Trump, si el caso es cuando menos dudoso? Bueno, está claro que su política de inmigración tiene unos principios bastante claros: procurar centrar la atención en los inmigrantes que sean o parezcan delincuentes para garantizarse el apoyo casi unánime de los votantes y llevar a cabo la deportación de la forma más dura y visible de la que sean capaces, para conseguir que la mayoría de los inmigrantes que llegaron ilegalmente al país decidan irse por su propio pie, que es la única forma de reducir su número de forma significativa.

Ese objetivo les obliga a no dar un paso atrás a no ser que no les quede más remedio. Deben dejar claro que no hay escapatoria posible. De ahí que estén luchando en los tribunales para no dejar un resquicio por el que se pueda colar.

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