El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se ha mostrado optimista ante la maratoniana sesión que celebra el Senado para aprobar su megaproyecto fiscal, la que ha calificado como "el mayor recorte fiscal en la historia". El objetivo es que la ley, clave en su agenda económica, llegue a su escritorio para ser firmada el próximo viernes 4 de julio, el día de la Independencia.
Tras dos días inmersa en el proceso de discusión y votación de enmiendas, que ha batido el récord con 45 votaciones consecutivas, la Cámara Alta procedió a la votación. A las dos bajas ya conocidas de los senadores republicanos Thom Tillis y Rand Paul, se sumó en esta ocasión la senadora por Maine, Susan Collins, dejando el resultado en empate. El vicepresidente J.D. Vance tuvo que emitir el voto de desempate a la norma, que ahora ha pasado a la Cámara de Representantes para su aprobación final. Dado que allí fue aprobada por un solo voto, no está claro que esta versión retocada por el Senado consiga aunar a una mayoría, lo que supondría una enorme derrota política para Donald Trump.
El proyecto de ley busca no sólo extender los recortes fiscales del primer mandato de Trump y ampliarlos con, por ejemplo, la exención de las propinas, sino también restringir el gasto público y aprobar mayores fondos para defensa y el control de la inmigración. La división interna amenaza el proyecto. Varios republicanos del ala más liberal han mostrado su preocupación por el elevado coste de la legislación, que añadiría 3,3 billones de dólares a la deuda pública en una década. Por su parte, los senadores más socialdemócratas temen el impacto social de los recortes al plan médico Medicaid.
Elon Musk ha vuelto a la arena política para prometer que financiará las campañas en contra de ciertos congresistas si finalmente votan a favor de la ley, especialmente aquellos que forman parte del autodenominado "caucus de la libertad", un grupo informal del ala más liberal del Partido Republicano.