Menú

El gran legado de Hulk Hogan no fue en la lucha libre sino la destrucción de Gawker

Más allá de sus enormes éxitos en la lucha libre norteamericana, su batalla legal contra el portal Gawker puso unos límites necesarios a internet.

El jueves pasado murió de un paro cardíaco Terry Bollea, más conocido como Hulk Hogan, y aprovechando que tengo el ojo que parece que me hubiera venido a pegar él mismo desde ultratumba quería hacerle un pequeño homenaje. Pero no por ser una figura esencial del espectáculo de lucha libre norteamericana durante casi dos décadas, sino por la última gran pelea pública que libró, y ganó, fuera del ring, contra el conglomerado de medios de internet Gawker. Porque es posible que sea su legado más importante.

Gawker Media fue fundado como una red de blogs que, aparte del blog que le dio nombre y que se dedicaba al mundo del espectáculo y los famosos, incluía otros como el deportivo Deadspin, el de estilo de vida Lifehacker, el tecnológico Gizmodo, el de videojuegos Kotaku y el feminista Jezebel, por mencionar los más conocidos. Gawker en concreto pronto se hizo famoso por no respetar absolutamente ninguna norma ética, ganándose por ejemplo el odio eterno del magnate tecnológico Peter Thiel por sacarle del armario, esencialmente porque consideraban que se había derechizado y se lo merecía. O el de Quentin Tarantino, porque en lugar de simplemente informar de que se había filtrado su guión de Los odiosos ocho, como hicieron los demás medios, lo publicaron entero.

En 2012 publicaron un vídeo sexual de Hulk Hogan, grabado además sin su consentimiento. Hogan puso una demanda exigiendo la retirada de la noticia y el vídeo. Gawker se negó a lo primero usando el comodín de la libertad de expresión, y, aunque quitó el vídeo de sus servidores, puso un enlace a otra web donde se podía descargar. En definitiva, en la práctica, no hizo nada por frenar la violación de la intimidad de Hogan y obedecer las medidas cautelares impuestas por la juez. Así que se llegó a juicio.

¿La libertad de expresión abarcaba la publicación de un vídeo sexual sin más valor informativo que ver a Hulk Hogan follando? El jurado decidió que no, especialmente tras ver una deposición del editor de Gawker Nick Denton asegurando que el único límite que aceptaba eran los vídeos sexuales de menores. ¿Hasta qué edad?, le preguntaron. Hasta los cuatro años, respondió. Y por mucho que en su testimonio asegurara que estaba siendo sarcástico, incluso el hecho de hacer chistes sobre un asunto como ese terminó por condenar a su empresa, y a él personalmente. Gawker no sólo no pudo afrontar los 140 millones de dólares de indemnización, es que ni siquiera pudo poner la fianza de 50 millones para poder recurrir.

Tras la condena, supimos que Hulk Hogan no tenía un duro en aquellos tiempos y que los abogados que habían logrado la millonaria indemnización se los había

pagado Peter Thiel, quien llevaba desde que lo sacaron del armario buscando a otra víctima con un caso que pudiera arruinar a Gawker dispuesta a llegar hasta el final, sin llegar a ningún acuerdo que le permitiera sobrevivir. No lo hizo. La cabecera principal, la que daba nombre al grupo, desapareció y los demás blogs fueron o cerrados o vendidos para hacer frente al pago.

El veredicto de Bollea vs. Hawker llegó antes de que la cultura de la cancelación alcanzara su plenitud tras la primera victoria de Trump y le puso coto. Medios y particulares aprendieron que había ciertos límites que no se podían cruzar en una campaña de destrucción personal. Sé que es hacer un poco de política ficción, pero estoy seguro de que de no ser por Hulk Hogan el reinado de lo woke en Estados Unidos habría sido mucho, muchísimo peor. Y por eso su victoria legal me parece mucho más importante que su reinado en el espectáculo de la lucha libre, por mucho que me divirtiera de crío su épica pelea contra El último guerrero.

En Internacional

    0
    comentarios

    Servicios

    • Radarbot
    • Curso
    • Inversión
    • Securitas
    • Buena Vida
    • Reloj Durcal