Trump está de reformas en la Casa Blanca. Y entre ellas ha inaugurado una galería de retratos presidenciales donde están los 47 presidentes del país, una lista en la que los dos presidentes que han tenido dos mandatos no consecutivos, Grover Cleveland y Donald Trump, se cuentan dos veces. Pues bien, aparte de la broma de emplear como retrato oficial suyo la foto de su ficha policial tomada en 2023 cuando acudió a Georgia a entregarse por un proceso que luego quedaría en nada, también ha sustituido a Joe Biden por el llamado autopen, que es una máquina de firmar automática que emplean los presidentes desde Truman.
Tradicionalmente, los presidentes firmaban automáticamente documentos que no son de naturaleza legal, como cartas a niños, comunicados de prensa y cosas semejantes. Ha sido recientemente, a partir de Obama, que se ha empezado a utilizar para decretos o indultos, y siempre ha sido una práctica polémica porque implica que el presidente no ha revisado personalmente lo que firma. Fue así cómo Biden pudo firmar miles de indultos en sus últimos días de mandato, una cifra inusitada y que muchos consideran fruto de su intento por disimular los únicos que de verdad le interesaban, los de su familia y colaboradores más cercanos, como Anthony Fauci.
La broma de Trump, por tanto, tiene un trasfondo serio. Hace referencia a la demencia de Biden y a la sospecha de buena parte de la derecha estadounidense de que muchas de las decisiones que tomó en realidad fue su equipo el que las tomó por él, y que incluso algunos de los decretos firmados automáticamente ni siquiera ordenó él que se firmaran. En concreto las principales sospechas recaen en esa última gran tanda de indultos en la que se incluyeron casos como el de Adrian Peeler, que asesinó en 1999 a un niño de ocho años y a su madre y que tenía que haber seguido en la cárcel hasta 2033.
El New York Times publicó en julio que el jefe de personal de Biden, Jeff Zients, envió un correo electrónico al personal de la Casa Blanca el día antes de la investidura de Trump que decía "Apruebo el uso de la máquina de firmar para la ejecución de todos estos indultos". Pero claro, Zients no puede autorizar algo así, solo puede hacerlo Biden. El expresidente asegura que sí lo autorizó pero que se limitó a establecer unas categorías bastante abiertas dejando que sus subordinados buscaran los nombres que se ajustaban a las mismas. Eso implica que el propio Biden ha reconocido que no revisó uno a uno estos indultos. Entonces ¿fueron o no fueron legales estos indultos?
El uso de la máquina de firmar es legal, pero solo si el presidente es consciente de qué se está firmando y lo ha aprobado personalmente. Trump lleva meses diciendo que Biden no lo hizo, pero tampoco lo ha llevado a los tribunales. Así que realmente no solo no sabemos si asesinos como Peeler están en la calle legalmente o no. Porque Trump, que es un tipo que puede ser muy divertido, a veces parece que prefiere las bromas a tomarse en serio su trabajo.


