A veces son los republicanos con un presidente demócrata, otras los demócratas con un presidente republicano, pero cada tres o cuatro años tenemos que contemplar el ridículo espectáculo del cierre del Gobierno, conocido como shutdown.
Con ese nombre tan rimbombante, uno pensaría que efectivamente el Ejecutivo cierra, envía a todos los funcionarios a casa, deja de enviar cheques a los pensionistas o beneficiarios de otros programas del Estado del Bienestar, deja de pagar la deuda pública y, en general, excepto policía, justicia y ejército, el Gobierno federal de EEUU deja de funcionar y deja de gastar.
Pues bien, no les sorprenderá saber que no es así. Los cheques de servicios sociales y el servicio de la deuda, que suponen alrededor de tres cuartos del gasto del Gobierno federal, se siguen pagando. ¿Y el otro cuarto?
Bueno, pues se separa arbitrariamente entre servicios esenciales y no esenciales. Así, por ejemplo, todos los trabajadores de los museos del Smithsonian se han declarado esenciales en esta ocasión, mientras que la Comisión de Igualdad de Oportunidades en el Empleo ha cerrado casi por completo.
¿Por qué? Pues porque sí. La decisión la hace el Ejecutivo y es básicamente arbitraria. Y cuando acabe el cierre, todos los empleados públicos recibirán el sueldo adeudado por estas semanas, tanto si fueron declarados esenciales y tuvieron que ir a trabajar como si pudieron disfrutar de unas vacaciones sin fecha de finalización definida.
Un teatro político que solo importa en Washington
El cierre es una charada sobre la que políticos y medios agitamos mucho las manos y nos las llevamos a la cabeza, pero que fuera del reducido círculo de Washington DC no le importa a nadie, porque no le afecta a nadie.
Es consecuencia de que la ley impide prorrogar automáticamente los presupuestos, lo que allí llaman "apropiaciones".
El objetivo declarado por los demócratas es eliminar los recortes presupuestarios que se hicieron a la sanidad pública en la ley republicana aprobada el 4 de julio y prorrogar las subvenciones al programa Obamacare.
La propuesta republicana es lo que llaman una "oferta limpia", porque no incluye ni nuevos gastos ni nuevos recortes, salvo un leve aumento presupuestario para reforzar la seguridad de los jueces federales, especialmente los del Supremo, después de varias amenazas contra sus vidas.
Bueno, contra las vidas de los que no son de izquierdas, claro.
Luchas internas y cálculos electorales
Pero ¿cuál es la realidad que se esconde detrás de este cierre?
Pues la necesidad que tiene Chuck Schumer, líder demócrata del Senado, por aparecer más firme ante Trump y así reducir las probabilidades de tener que enfrentarse a Alexandria Ocasio-Cortez, que está evaluando presentarse a las primarias para disputarle su asiento de senador por Nueva York por considerarle demasiado blando. Politiqueo interno del Partido Demócrata, sin más.
El mensaje republicano y la respuesta de Trump
Los republicanos han contratacado machacando con un solo mensaje: los demócratas están dispuestos a cerrar el Gobierno para seguir dando sanidad gratis a los inmigrantes ilegales, que fue uno de los principales recortes de su ley presupuestaria.
Y lo han repetido una y otra vez sin entrar en más consideraciones. Por su parte, el Gobierno de Trump ya ha declarado que va a empezar a despedir funcionarios de forma permanente y masiva, otra vez como si Elon Musk todavía tuviera oídos en la Casa Blanca.
El coste real y las posibles soluciones
Lo importante no es tanto quién ganará la pelea, porque en sí eso no le importa a nadie, sino si el precio del déficit público será demasiado oneroso para las arcas.
Eso sí, para evitar repetir este espectáculo absurdo, estaría bien que republicanos y demócratas se pusieran de acuerdo para cambiar la ley. Propuestas hay tanto en el Congreso como en el Senado, que plantean prorrogar los presupuestos a un nivel de gasto igual o decreciente al del anterior año fiscal y obligar a los congresistas a permanecer en Washington hasta acordar un nuevo presupuesto.
Cuando el cierre sí afecta al ciudadano
Al final, quizá el principal problema para el norteamericano de a pie es que los controladores aéreos dejan de ir a trabajar con la excusa de estar enfermos, provocando retrasos y cancelaciones de vuelos.
Y dado que me voy a Arizona en breve, espero y deseo que no me pille nada de eso. Toco madera.

