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Democracia en América

La gran batalla en el Partido Republicano

La elección de Obama ha tenido lugar tras casi ocho años con George W. Bush en la presidencia. Su histórica elección, por tanto, se ha dado en la América de Bush, ésa que nos habían venido presentando como maligna para el mundo, nociva para la libertad, enemiga del sueño americano, analfabeta y racista... Hoy sabemos ya, por si algún progre no se había enterado todavía, que ese sueño americano sigue vivo y es una realidad. Pero también sabemos hoy ya que Obama no va a gobernar desde el centro -como algunos insisten- sino que lo hará desde la izquierda más sectaria y cobijado en compañeros de viaje como los líderes del Congreso, Nancy Pelosi y Harry Reid, así como del recién nombrado jefe de su gabinete, Rahm Emanuel ("El Rhambo de Chicago"). Cierto es que Obama podrá nombrar a algún Republicano para curarse en salud y para disimular posibles errores, pero no duden que Obama moverá pronto ficha a la izquierda.

A falta de una verdadera articulación de los principios conservadores por parte del Partido Republicano, resulta cada vez más evidente que el triunfo electoral de Obama es consecuencia del voto más emocional que racional de millones de ciudadanos traspasados con la ilusión de llevar a un político negro a la Casa Blanca y embebidos de lo políticamente correcto y la vaga idea de "cambio". Aun así, la victoria de Obama no ha sido tan amplia, pese a contar con el viento a favor de la crisis financiera, altas donaciones, apoyo mediático y una falta absoluta de escrutinio sobre su figura política. Los datos cantan y a Obama no le votaron 57 millones de estadounidenses, o sea, el 46% de los votantes. No ha habido, por tanto, un descalabro en el voto popular a favor de Obama, sino una seria llamada de atención al Partido Republicano para exigirle que vuelva a ser lo que un día fue: un partido apoyado en sus auténticos principios conservadores. Es así que esta derrota electoral debería hacer reflexionar al GOP a fin de enderezar el timón con rumbo a aquel ideario conservador del que nunca debió salir. La hoja de ruta para retomar esos principios ya la trazaron políticos como Barry Goldwater o Ronald Reagan. Todo aquello sigue hoy siendo perfectamente válido aunque no se haya puesto verdaderamente en práctica desde que Reagan terminó su mandato en 1988 y desde que Newt Gingrich creara aquel contrato con América en 1994 que pronto se esfumó.

Estas presidenciales confirman así el error de los Republicanos al haber abandonado los valores conservadores. Nos referimos a esas ideas de libertad individual, igualdad de oportunidades, responsabilidad individual, propiedad privada, libres mercados, reducción y simplificación de impuestos, gobierno limitado y defensa nacional, en línea con lo hecho desde Edmund Burke a Russell Kirk y tantos otros. Desafortunadamente, el Partido Republicano ha venido convirtiendo ese conservadurismo en otra cosa; se olvidó de Goldwater y de Reagan y se bañó en esa mezcla de conservadurismo compasivo y de idiotizado centrismo sonriente. Baste mirar a la turba de congresistas y senadores apoltronados e ineficientes, alejados de la ciudadanía, y que han ido perdiendo sus plazas. Con todo, los más de 57 millones de norteamericanos que no votaron a Obama siguen ahí esperando la articulación de unas ideas conservadores puestas realmente en práctica con visión, con optimismo y con claridad. Para ello, no faltan en Estados Unidos políticos que pueden liderar esa devolución del conservadurismo al seno del Partido Republicano: Bobby Jindal, Eric Cantor, Mike Pence, Paul Ryan, Kevin McCarthy, Jim DeMint, Michael Steele, John Kasich, J.C. Watts, Ken Blackwell, Tom Coburn, Mark Sanford... además de los más conocidos como Mitt Romney, Mike Huckabee y la propia Sarah Palin, amparados todos por figuras de experiencia como Newt Gingrich, quien supo en su día aglutinar ya con éxito ese ideario conservador.

No es gratuito que el 22% por ciento de conservadores norteamericanos se hayan negado a votar a McCain en estas presidenciales, decepcionados por la falta de presencia de una agenda verdaderamente conservadora en el GOP. Sin querer escribir a toro pasado, justo es señalar que si McCain hubiera planteado desde el inicio una agenda auténticamente apoyada en el ideario conservador, habría ganado el 100% de esos votantes conservadores y acaso podría incluso haber dado la vuelta a esta elección. Por eso, aunque es verdad que muchos quisimos apoyar a McCain hasta la línea de meta -en especial tras su selección de Palin- y aunque lo es también que deseamos su triunfo (siempre mejor que lo que va a traer Obama), también es cierto que este desenlace final encaramado a la derrota de McCain se veía venir desde hace algunos meses como muestra un debate amistoso que tuvimos hace ocho meses algunos y publicado por el GEES.

La cuestión de fondo aquí es que el conservadurismo sigue intacto y que la derrota del Partido Republicano reivindica la necesidad de volver a la filosofía política del conservadurismo. Cuando éste estuvo representado en estas últimas elecciones a nivel estatal, como se ha visto en varias proposiciones por California, Colorado, Florida y otros estados, el conservadurismo salió triunfador gracias al apoyo ciudadano, por ejemplo a la hora de votar contra el matrimonio gay o contra sandeces medioambientalistas. A fin de cuentas, el conservadurismo gana siempre que está claramente definido y cada vez que no aparece disfrazado de centrismo amnésico.

Hay, sin embargo, un problema del que dar cuenta: el hecho de que el establishment centrista y falsamente moderado del Partido Republicano (o sea la pseudo-derecha política acomplejada y tonta que perdió las intermedias de 2006 y ha vuelto a perder ahora estas elecciones presidenciales) está intentando frenar la movilización popular y oponerse al regreso del conservadurismo. Por ello, vamos a vivir en estos próximos meses una batalla importante dentro del seno del GOP que correrá paralela con los primeros meses de Obama en la Casa Blanca. Las primeras muestras de esa batalla interna son ya los ataques cobardemente filtrados contra Sarah Palin por parte de algunos crápulas ahora en el paro y que trabajaron en la campaña de McCain. De momento, los conservadores ya están moviendo pieza. Aquí en "Democracia en América" de Libertad Digital les seguiremos, de momento, dando cuenta de estas cosas. Veremos cómo lo organizamos para que no se nos aburran...

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