Hace 54 años la reina Isabel II de Inglaterra investía oficialmente a su hijo Carlos como príncipe de Gales y lo presentaban al pueblo recién nombrado heredero al trono de Inglaterra. Un jovencísimo Carlos que solo dos años antes, en 1967, comenzaba su carrera universitaria en la Universidad de Cambridge, de donde pasó al ejército para su formación militar en 1976. Desde su nacimiento ha tenido que esperar 74 años para sentarse en el trono y a sabiendas de que, por motivos puramente biológicos nunca podrá igualar los años de su madre al frente de la corona inglesa, se está dando prisa para dejar su propia huella.
En sólo seis meses el rey Carlos III de Inglaterra se ha reunido con líderes religiosos de todo el país, ha remodelado las residencias reales, organizado su primera visita de Estado al extranjero y ha tenido tiempo hasta de preparar una fiesta en el castillo de Windsor. "Se ha convertido en monarca antes de lo que la gente esperaba. Se ha hecho cargo de temas espinosos como, no sólo el imperio, sino la esclavitud", asegura Robert Lacey, historiador real. A pocas semanas de su coronación la maquinaria del palacio de Buckingham trabaja a toda velocidad para mostrar al nuevo rey en acción.
Sorprendiendo a todos hablando en alemán en su visita al Bundestag. Sabedor de que tiene poco tiempo para dejar su impronta, conoce los obstáculos a los que se enfrenta. La sombra de la muerte de la princesa Diana, agitada ahora por los escándalos más recientes, las críticas del príncipe Harry en sus memorias, que tildan a su padre como distante y poco comprensivo. El rey Carlos III tiene prisa, lleva 75 años preparándose para esto y quedan pocas semanas para coronar al hombre que ha esperado toda una vida para ser rey.