
La polémica está servida. Josef Fritzl, más conocido como el ‘monstruo de Amstetten’, podría salir de la cárcel tan sólo 15 años después de que fuera condenado a cadena perpetua tras protagonizar uno de los casos más graves e impactantes de la historia criminal de Austria: encerró y violó a una de sus hijas durante 24 años. Fruto de esas relacione sexuales, forzadas e incestuosas, nacieron siete niños. Uno de ellos murió poco después, al no recibir la asistencia médica que necesitaba.
Fritzl -que era ingeniero eléctrico- construyó una pequeña vivienda soterrada bajo el jardín de la casa que compartía con su familia y allí encerró a su hija Elisabeth cuando cumplió la mayoría de edad. El austríaco dijo a todo el mundo que la joven se había fugado para unirse a una secta. Engañó incluso a su mujer, que vivió durante un cuarto de siglo ajena a que en realidad se encontraba bajo sus pies, secuestrada y siendo agredida sexualmente de forma sistemática por su encantador marido. Para él, confeso, se convirtió en "una adicción".
A Elisabeth no le quedó más remedio que intentar sobrevivir y cuidar de los tres niños que vivían con ella (Fritzl se subió a los otros tres para criarlos con su familia) en aquella mazmorra, en unas condiciones infrahumanas y soportando las más de 3.000 violaciones a las que le sometió su propio padre. Una tortura que acabó el 26 de abril de 2008 gracias a que la mayor de las sus hijas -Kerstin- enfermó a los 19 años y en un momento de debilidad su carcelero la llevó al hospital.
Los sanitarios que la atendieron encontraron una nota de auxilio en uno de sus bolsillos y se destapó el infierno en el que la chica había vivido -junto a su madre y dos de sus hermanos- desde su nacimiento. Fritzl fue condenado a cadena perpetua en 2009 -a la edad de 74 años- por los delitos de: asesinato por omisión de ayuda, esclavismo, privación de libertad, violación, incesto y coacción agravada. Una pena que ahora peligra debido a la reciente decisión de un tribunal austríaco.
A un paso de la libertad
Los tres jueces que componen el tribunal determinaron -el pasado 25 de enero- que el ‘monstruo de Amstetten’ fuese enviado a una prisión para presos comunes al entender que ya no se reúnen las condiciones requeridas para mantener a un condenado en una institución para presos con problemas mentales que necesitan medidas de seguridad especiales, teniendo en cuenta un informe psiquiátrico que indicaba que el reo -que pronto cumplirá 89 años- ya no es peligroso "por su estado de salud".
El envío de Fritzl a una celda regular podría ser la antesala de su salida de la cárcel. Tanto es así que ya lo ha solicitado su defensa. La abogada del ingeniero alega que su salud es frágil, que su demencia se encuentra en un estado avanzado y que ya no representa ningún peligro para la sociedad. No obstante, la Fiscalía austríaca ha recurrido la resolución que pone sobre la mesa su posible puesta en libertad. Y el Tribunal Supremo de Viena, que ha rechazado el traslado otras ocasiones, revisará su idoneidad.

