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Los otros 'monstruos de Amstetten'

Recogemos algunos de los cautiverios más impactantes de la historia criminal: niñas raptadas y liberadas en edad adulta, con hijos de sus captores.

Recogemos algunos de los cautiverios más impactantes de la historia criminal: niñas raptadas y liberadas en edad adulta, con hijos de sus captores.
Casos de monstruos de secuestraron y violaron a sus víctimas durante años. | ARCHIVO

El 26 de abril de 2008, se producía la liberación de Elisabeth Fritzl y tres de los siete hijos que nacieron como resultado de las violaciones sistemáticas a las que su padre la sometió durante los 24 años que la mantuvo secuestrada en un sótano de la localidad austríaca de Amstetten. Así se destapó uno de los episodios más impactantes de la historia criminal de Europa y del mundo.

Pero lo cierto es que Josef Fritzl no fue el primero, y tampoco el último. Cuando el ingeniero eléctrico decidió construir una pequeña vivienda bajo el jardín de la casa que compartía con sus esposa Rosemarie y sus siete hijos, para encerrar en 1984 a su hija y dar rienda suelta a los más oscuros de sus deseos, otros monstruos lo hacían- o lo habían hecho- en distintas latitudes del planeta.

Muchos de esos casos salieron a la luz pero no fueron menos mediáticos. Lo que diferenciaba a Fritzl del resto era su posición social y económica. Su imagen era la de un hombre triunfador, que -aun después de que se cocieran los abusos y torturas a los que sometió a su hija- aseguraba que lo había hecho por el bien de la joven, para protegerla de los males que había fuera de aquel zulo en la que tuvo cautiva durante un cuarto de siglo.

La capacidad para construir un bunker secreto bajo la residencia familiar y mantenerlo oculto durante tanto tiempo, lo convirtió prácticamente en un héroe para otros pedófilos que se sienten incomprendidos por una sociedad que censura su atracción por los menores. Llegó a inspirar a otros depredadores sexuales como el alemán Christian Brueckner, el único sospechoso imputado por la desaparición de Madeleine McCann, que se confesó admirador del ‘monstruo de Amstetten’.

Caso Natascha Kampusch

Otro de los cautiverios más mediáticos ha sido el de Natascha Kampusch. La joven austríaca fue secuestrada el 2 de marzo de 1998 por un desconocido, cuando tenía 10 años y se dirigía al colegio. Se trataba de Wolfgang Priklopil, un desequilibrado de 35 años que la mantuvo encerrada en un zulo durante 8 años. Y hubieran sido más de no ser porque ella logró escaparse -aprovechando un descuido de su captor- el 23 de agosto de 2006. Unas horas después, él se arrojó a las vías del tren y murió.

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Portada del libro de Natascha Kampusch.

Los detalles del cubículo en el que Natascha estuvo cautiva un total de 3096 días -cantidad que dio título al libro que publicó en 2011- dieron la vuelta al mundo. Era un espacio de 3 metros de largo por 1,6 de ancho y 2 de profundidad, cavado a partir de la fosa de un garaje y accesible a través de un hueco de 50x50 centímetros, que se cerraba con un sistema electrónico. En su interior: una cama, un puñado de libros, una mesa, una silla, una radio y un televisor.

Inicialmente, la chica aseguró que Priklopil la había tratado bien y mostró tener cierta dependencia emocional de su secuestrador. Sin embargo, con el paso del tiempo admitió los golpes, las humillaciones y los abusos sexuales. Él quería que fuera su "esclava" -aseguró Kampusch- y que ella hiciera todo lo que él deseara. Cumplir con ello, era a manera de que estuviera contento y evitar las palizas. A veces, incluso la premiara con pequeños detalles (como sacarla puntualmente al exterior).

El infierno de Jaycee

En ocasiones hay más de un secuestrador o éste tiene un cómplice, como ocurrió en el caso de la estadounidense Jaycee Dugard. Una niña de 11 años que desapareció en 1991 en los alrededores de su casa, en el lago Tahoe. Fue raptada por un matrimonio que la mantuvo cautiva durante 18 años, a sólo 240 kilómetros del lugar donde se perdió su rastro.

Según relató la mujer, al principio la pareja la tenía esposada a una cama pero la fueron liberando de sus ataduras físicas a medida que las psicológicas eran más fuertes. En una segunda etapa, la tenían sin esposas pero encerrada sin poder salir. Y en la última, podía moverse con cierta libertad siempre que ellos estuvieran cerca. El hombre de la pareja, un supuesto pastor, incluso se la llevaba a repartir folletos religiosos.

Phillip Garrido tenía varios antecedentes por violación. Él estaba en la cárcel de Leavenworth cumpliendo condena por la última de ellas -la de una chica de 25 años a la que secuestró en 1975- cuando conoció a la que se convertiría en su mujer y cómplice. Una enfermera y fisioterapeuta -Nancy Bocanegra- con la que se casó en 1981, hecho que le ayudó a salir de prisión antes de tiempo.

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Jaycee Dugard

Los abusos sexuales fueron una constante en los cerca de 20 años que Jaycee, a la que llamaban Alyssa, vivió con el matrimonio. Como consecuencia de ello, tuvo dos niñas -Angel y Starlet- a las que Philllip y Nancy presentaban como si fuesen suyas. De hecho, las pequeñas crecieron pensando que así era. Su madre no les dijo la verdad para protegerlas, explicó después. De ella decían que era su sobrina, hija de un hermano de Garrido. Pero en el pueblo circulaban todo tipo de rumores.

Finalmente, terminaron levantando las sospechas de la asistente social Lisa Campbell, encargada de los eventos especiales de la Universidad de Berkeley, en la que el varón pretendía organizar una actividad llamada "El deseo de Dios". El 24 de agosto de 2009, el pastor acudió al centro para presentar la solicitud. Entre sus delirios, el extraño comportamientos de sus hijas y el moratón en el ojo de una de ellas, la mujer decidió indagar.

Les citó de nuevo dos días más tarde y llamó a la policía para que estuviera presente. En esta ocasión, le acompañaba también su sobrina Alyssa. Al ver a los agentes, ella sintió que era el momento de intentar recuperar su libertad y la de sus hijas. Les contó quién era y Garrido fue detenido de inmediato. A él le condenaron a más de 400 años de cárcel por los hechos relatados. Para Nancy la codena fue de 36 años, por el secuestro y el robo de la identidad de Angel y Starlet.

Secuestradas por su familia

Si hablamos de padres que secuestran, violan y tienen descendencia con su propias hijas, tenemos casos relevantes en países como Italia, Colombia y Argentina. Son casos menos mediáticos pero igual de graves que el protagonizado por Fritzl en Austria. En algunos de los cautiverios, participan otros miembros de la familia (ya sea de forma activa o pasiva, al no denunciarlos a pesar de tener conocimiento de ellos).

En marzo de 2009, la policía de Turín detuvo a un chatarrero de 63 años por lo abusos que había perpetrado hacia su hija primogénita durante 25 años. La investigación comenzó unos meses antes, en octubre de 2008, cuando la víctima -Laura- acudió a comisaría con su padres para denunciar que su hermano la había violado en dos ocasiones y retenido en contra de su voluntad en su casa durante dos semanas.

Los agentes descubrieron que -además de estos hechos- su progenitor trataba a la mujer como una esclava, a la que no la dejaba salir de casa (tenía que permanecer en su habitación, sin luz) y obligaba a someterse a sus deseos sexuales. Un patrón que el hijo del chatarrero habría repetido con su hermana y con sus cuatro hijas, a las que habría también habría violado durante años.

Arcedio Álvarez -de 58 años y residente en Mariquita, población situada a unos 180 km de Bogotá- se hizo merecedor del sobrenombre de ‘Fritzl colombiano’ cuando en marzo de 2009 fue arrestado por abusar durante cerca de 30 años de una de sus hijas. Fruto de esas violaciones incestuosas nacieron 11 hijos (aunque sobrevivieron siete), a algunos de los cuales también forzó a mantener relaciones sexuales con él. Al ser conocedora de estos hechos, la mujer buscó ayuda en un pastor evangélico y denunció a su padre.

El también conocido como el ‘monstruo de Mariquita’ comenzó a abusar de ella al morir su mujer. Alba apenas tenía cinco años. Cuando el caso vio la luz, algunos políticos locales señalaron que la única diferencia con el horror del ‘carcelero de Amstetten’ es que en su país -Colombia- es bastante más habitual que ocurran cosas como esta, especialmente en zonas rurales como en la que residía Arcedio con su familia.

En Argentina, tenemos el caso de Mendoza. Armando Lucero, de 67 años, encerró y violó a una de sus hijas -Cecilia- durante dos décadas. Tiempo en el que ella dio a luz siete hijos de su padre. La víctima fue liberada en 2009 -a la edad de 35 años- gracias a que su hermano denunció los abusos y ella decidió revelar el calvario en el que vivía desde su niñez.

En ese momento, su padre tenía un total de 21 vástagos (8 de su primera mujer y 6 de la segunda, además de los 7 hijos-nietos mencionados) y empezaba a acercarse demasiado a la mayor de las niñas que había tenido con Cecilia. Lucero fue encarcelado y murió un año más tarde en prisión. Mientras que la madre de la mujer secuestrada -Norma Ortubia- fue condenada a 10 años de privación de libertad por su cooperación en los abusos.

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