El cónclave es el proceso mediante el cual el Colegio Cardenalicio escoge al nuevo Papa. Es un rito con siglos de tradición que se lleva a cabo en la Capilla Sixtina del Vaticano, de manera secreta y aislada. El término "cónclave" procede del latín cum clave, que significa "bajo llave", haciendo referencia al internamiento de los cardenales durante el proceso de elección.
El cónclave se rige por la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis, de 22 de febrero de 1996 de San Juan Pablo II que fue reformada por Benedicto XVI en 2007 y 2013. En materia litúrgica se rige por el Ordo Rutuum Conclavis, aprobado por San Juan Pablo II el 25 de marzo de 1998.
Preparación del Cónclave
Antes de que se inicie el Cónclave, los técnicos del Vaticano instalan un horno crematorio en la Capilla Sixtina con su respectiva chimenea, que sale por el techo y es visible desde la Plaza de San Pedro, y que es la forma que comunicarán, a través de la fumata blanca, cuando hayan elegido al nuevo sucesor de San Pedro. Asimismo, colocan las mesas cubiertas con un mantel rojo, las sillas donde se sentarán los cardenales y frente a cada silla, una carpeta roja con el escudo de la Santa Sede, un ejemplar del Ordo Rituum Conclavis, y un ejemplar de la Liturgia de las Horas.También se instalan dispositivos que impiden que se pueda trasmita ninguna señal desde la Capilla Sixtina al exterior para asegurar el secreto de las deliberaciones y votaciones.
El inicio del Cónclave
El Cónclave se inicia el día que determine la Congregación de Cardenales, generalmente quince o veinte días completos desde que se produce la Sede Vacante. Tiene lugar en la Capilla Sixtina, que permanecerá cerrada, y donde solo pueden estar los cardenales y los que colaboran en el desarrollo de la elección y en la prestación de servicios a los cardenales como son el secretario del Colegio Cardenalicio, el maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias con dos ceremonieros y dos religiosos adscritos a la sacristía pontificia; un eclesiástico elegido por el cardenal decano, religiosos de varias lenguas para las confesiones, dos médicos por si hubiera una emergencia así como las personas adscritas a los servicios de comedor y de limpieza.
Una vez da comienzo este proceso, los miembros del Colegio Cardenalicio menores de 80 años asisten a la misa especial Pro Eligendo Pontifice. Después se dirigen en procesión hacia la Capilla Sixtina mientras se cantan las Letanías de los Santos. Mientras van entrando, y hacen una reverencia al altar, los cardenales se colocarán en sus lugares asignados y cantarán el himno ‘Veni Creator Spiritus’ para solicitar la asistencia al Espíritu Santo y posteriormente realizarán juramento con la fórmula siguiente en latín.

"Et ego cardinalis X spondeo, voveo ac iuro" ( Y yo, cardenal ... prometo, me obligo y juro). Y mientras pone las manos sobre los Evangelios añaden: "Sic me Deus adiuvet et haec Sancta dei Evangelia quae manu mea tango" (Así Dios me ayude y estos Santos Evangelios que toco con mi mano).

Cuando todos los cardenales electores han prestado juramento, el maestro de las Celebraciones Litúrgicas se dirige a los presentes mientras dice: "Extra omnes" (fuera hombres o todos fuera) dirigido a todos los que no participan en el cónclave para que salgan de la capilla Sixtina y procedan a cerrarse las puertas.
Allí permanecen aislados del mundo exterior, sin acceso a internet o teléfonos móviles, hasta que se tome una decisión definitiva. La confidencialidad de este proceso es clave y solo unos pocos asistentes pueden tener contacto con los cardenales participantes en la votación.

Las votaciones
El primer día se realiza una votación inicial, donde cada uno de los cardenales introduce en la urna la papeleta con el nombre del miembro al que otorgan su voto. Tras el recuento, el candidato elegido necesita acumular por lo menos dos tercios del total de los votos, de lo contrario, se repetirá la votación. Durante los tres días siguientes, se realizará un máximo de cuatro votaciones diarias, dos por la mañana y dos por la tarde, hasta que se logre esta mayoría.
Cada cardenal elector, por orden de precedencia, después de haber escrito y doblado la papeleta que siempre debe estar visible, la lleva al altar mientras pronuncia en voz alta la siguiente fórmula: "Testor Christuum Dominum, qui me iudicaturus est, me eum eligere, quiam secundum Deum iudico eligi debere" (Pongo por testigo a Cristo Señor, que me juzgará, que doy mi voto a quién, en presencia de Dios, considero que tiene que ser elegido).
A continuación, deposita la papeleta un el plato y con éste la introduce en la urna. Hecho esto, se inclina ante el altar y vuelve a su sitio.
Si tras tres días de votaciones todavía no se ha alcanzado un consenso, los miembros del cónclave se tomarán un día entero para la oración y la contemplación, tratando de encontrar respuestas. En caso de que este ciclo de cuatro días se repitiese siete veces más, se celebraría una segunda vuelta de votaciones entre los candidatos que hayan recibido mayor apoyo.
Fumata blanca y "Habemus Papam"
Una vez haya salido el elegido, el cardenal decano en nombre de todo el Colegio de los electores, le pregunta al elegido: "Acceptasne electionem de te canonice factam in summun pontificem?" ("¿Aceptas tu elección canónica para Sumo Pontífice?") Una vez recibido el consentimiento, le pregunta: "Quod nómine vis vocari?", es decir "¿Cómo quieres ser llamado?" A lo que responde "Vocabor" y dirá el nombre.
Una vez que el nuevo papa ha aceptado la elección se dirigirá a la sacristía de la Capilla Sixtina, llamada sala de las lágrimas, para quitarse el hábito de cardenal y vestir la sotana blanca, la faja blanca, el solideo blanco, y colocarse el roquete, la muceta, la cruz pectoral y la estola.

MIentras, el humo blanco que salga de la chimenea de la Capilla Sixtina anunciará al mundo que un nuevo Papa ha sido elegido. Se habrá quemado paja húmeda en otra estufa situada junto a la de las votaciones que es lo que se conoce como "fumata blanca". A la vez, las campanas de la Basílica de San Pedro empiezan a repicar.
Una vez revestido, el nuevo papa regresará a la Capilla Sixtina y se sentará en la sede que se ha colocado frente al altar. Se leerán unas palabras y el pasaje del Evangelio en el que Jesús le da las llaves a Pedro (Mt 16, 13-19) o el pasaje en el que Jesús le pide a Pedro que apaciente a sus ovejas (Jn 21. 15-17). Acabada la lectura, uno a uno los cardenales se acercarán al nuevo papa y le presentaránn su respeto y obediencia.
Después, el cardenal protidiácono Dominique Mamberti saldrá al balcón central de San Pedro y anunciará en latín: "Annuntio vobis gaudium magnum; Habemus Papam: Eminentissimun ac Reverendissimum Dominum, Dominum ... Sanctae Romanae Ecclesiae Cardinalem... Qui sibi nomem imposuit..." (Os anuncio una gran alegría. Tenemos Papa. El eminentísimo y reverendísimo señor... cardenal de la Santa Iglesia Romana, que ha tomado como nombre...)
Tras el mensaje, el Papa saldrá al balcón y el cardenal Protodiácono anunciará que impartirá la bendición Urbi et Orbi.
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