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Cómo acabará la guerra con Hamás y qué puede pasar en Gaza después: las cuatro posibilidades

Aunque en Oriente Medio todo es complejo, nadie duda de que Israel le ganará la guerra a Hamás. Eso sí, predecir qué ocurrirá después es más difícil.

Aunque en Oriente Medio todo es complejo, nadie duda de que Israel le ganará la guerra a Hamás. Eso sí, predecir qué ocurrirá después es más difícil.
Soldados israelíes operando en el interior de Gaza. | IDF

Incluso desde posiciones políticas bastante a la izquierda, el consenso en Israel es que la guerra en Gaza era una necesidad, las operaciones militares son adecuadas y, resumiendo, hay que acabar con Hamás.

Así nos lo cuenta Amir Tibon, un periodista de Haaretz –el gran diario de la izquierda en Israel– que hasta el 7 de octubre vivía en Nahal Oz, un kibutz con un significado especial en la historia de Israel que es el más cercano a la frontera con Gaza, y ahora está refugiado con su familia en otro en el centro del país, una zona mucho más segura:

"Pienso que el ejército está haciendo un gran trabajo, han superado a Hamás y les han llevado a una situación mucho más débil de la que tenían antes del 7 de octubre. Han destrozado buena parte de su fuerza militar, especialmente en el norte de la Franja".

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El periodista israelí, Amir Tibon | C,Jordá

Tibon, con el que hablamos en un viaje a Israel organizado por la asociación EIPA, es un ejemplo perfecto de la izquierda intelectual israelí: detesta a Netanyahu –un sentimiento cada vez más extendido por diferentes capas de la población–, siempre ha sido partidario de alcanzar soluciones de paz y de su entorno ideológico nacían la gran mayoría de las ONG que se esforzaban por colaborar con los palestinos y mejorar su situación.

Pues ni siquiera ellos se cuestionan la guerra, si bien a partir de ahí, y como siempre ocurre en Israel, las opiniones varían bastante sobre asuntos como hasta dónde llegar o la prioridad que debería darse a un acuerdo que sirviese para que los más de 130 rehenes que siguen en manos de Hamás vuelvan a sus hogares.

Acabar con Hamás es "un deber moral"

En lo que se podría considerar el polo político opuesto a esa izquierda en la que se encuadraría Tibon está el ministro del Likud Amihai Chikli –hay un mundo entre ambos pero lo cierto es que ni uno ni otro se encuentran en los extremos absolutos–, del que ya hemos hablado un par de ocasiones en los últimos días.

Durante el encuentro que mantenemos en Jerusalén, Chikli, conocido en Israel por su vehemencia al expresarse y lo que podríamos denominar su falta de corrección política, nos dice con toda claridad que las presiones de la administración Biden hacen más difícil un acuerdo sobre los rehenes porque envalentonan a Hamás y que, en cualquier caso, "la operación en Rafah tiene que terminarse". Es decir, que las fuerzas de defensa de Israel (IDF por sus siglas en inglés) van a entrar en esta ciudad de la Franja abarrotada de desplazados de la propia guerra.

Además, es muy claro respecto al resultado final de esa actuación: "De ninguna manera los batallones de terroristas en Rafah seguirán existiendo, no quedará nada de Hamás en Gaza. Esa es la misión, es nuestra obligación y es un deber moral".

¿Y quién se hará cargo de Gaza?

Y lo cierto es que prácticamente nadie duda de que el resultado final de la guerra sea ese: quizá no la desaparición total de Hamás, pero sí convertir a los que hasta ahora dominaban con mano de hierro la Franja en una organización mucho más pequeña, infinitamente menos capaz y, en suma, un factor irrelevante en el futuro a corto y medio plazo.

A partir de ahí la pregunta que surge es: ¿y quién se hace cargo de ese territorio, de sus infraestructuras civiles y de que los servicios básicos sigan en marcha?

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Michael Mishtein | C.Jordá

Michael Mishtein es el director del Foro de Estudios Palestinos en el Centro Moshe Dayan y es uno de los mayores expertos israelíes sobre el otro lado. En una esclarecedora charla en un hotel de Tel Aviv explica que en su opinión hay cuatro alternativas posibles… y "todas son malas".

Una de las peores sería que Israel mantuviese el control de Franja durante mucho tiempo, pero en las propias palabras de Mishtein, "es una idea horrible". La segunda sería todavía peor: que Israel salga de allí sin preparar ese futuro y Gaza acabe convertida en "un Mogadiscio dominado por señores de la guerra", explica citando la película Black Hawk derribado de Ridley Scott.

De hecho, ya hay en la Franja unos señores de la guerra dispuestos a aprovechar el caos, varios clanes que en palabras de Mishtein "son pequeñas mafias dedicadas directamente al delito". Ohad Hemo, periodista especializado en asuntos palestinos del Canal 12, el más visto de la televisión israelí, que nos advierte sobre estos clanes, "son de cuidado" y sobre todo sobre una de estas familias, la de los Doghmush, que es la más poderosa al menos en el norte: "Son del Estado Islamico".

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El periodista israelí, Ohad Hemo | C.Jordá

¿Una "tecnocracia sin democracia"?

La tercera opción también tiene sus problemas, pero nadie puede negar que es una de las que está encima de la mesa: que la Autoridad Nacional Palestina (ANP) retome el control de Gaza, lo que "teóricamente está bien", pero choca con la realidad: "La ANP es un desastre, apenas controlan Cisjordania, son muy corruptos y la gente les odia, de hecho el 90% quiere que Abu Mazen se vaya ya".

Esta sería también la apuesta de Hemo: "No veo otra alternativa a Fatah –el partido que domina la ANP–, no es lo mejor pero es mejor que Hamás". Sin embargo, "no puede ser porque Netanyahu no quiere" y porque, tras 17 años de dictadura de Hamás, "no queda nada de Fatah allí".

En cambio, a juicio de Mishtein la mejor opción, que no es fácil, es "crear una administración civil palestina que cuente con algunos miembros concretos de Fatah y algunos alcaldes que no sean de Hamás, que los hay". Y a partir de ahí crear esa organización que pueda encargarse de los asuntos civiles, "una tecnocracia sin democracia".

"Es una apuesta con muchas dudas", reconoce, "pero si aguantase dos o tres años se podría avanzar a partir de ahí". El esfuerzo, eso sí, debería estar respaldado por algunos países árabes: "Arabia y los Emiratos pueden tener un papel, Qatar no, contar con ellos ha sido uno de los grandes errores de Israel".

"No hay un trabajo diplomático"

Es una solución muy parecida a la que propone Amir Tibon: "A mí me gustaría una coalición de países árabes –Egipto, Jordania, los Emiratos…– controlando Gaza al menos por unos años y creando un gobierno local independiente de Hamás y sostenido por estos estados que tienen buenas relaciones con Israel", nos dice.

Pero en su opinión hay un gran problema: "No se está haciendo el trabajo diplomático para el día después de la guerra. Esta es la solución que me gustaría –insiste– y creo que puede lograrse, pero tienes que trabajar por ella y no se está haciendo". Y advierte: "Sin una solución a largo plazo habrá un vacío, Hamás volverá a crecer, es un animal que sabe adaptarse bien, no es solo un movimiento militar, es también una organización con una idea detrás, una idea terrible y genocida, pero una idea, y si dejamos un vacío lo aprovecharán".

Hay otro problema al que Timor no se refiere: el hartazgo de los países árabes con los palestinos y la pésima opinión que tienen, aunque nunca la hagan explícita por canales oficiales o públicos, de los palestinos en general y de los palestinos de Gaza en particular.

De hecho, la Franja estuvo controlada por Egipto hasta la Guerra de los Seis Días, en 1967, un conflicto en el que Israel conquistó no sólo ese territorio sino toda la península del Sinaí. Cuando los dos países se sentaron a negociar una paz que se alcanzó en 1979 –después de otra guerra en el 73– los egipcios no quisieron ni oír hablar de la devolución de la Franja.

Es más, y sin recurrir a la historia de hace medio siglo: en la actual guerra Egipto ha mantenido su frontera con Gaza cerrada a cal y canto, mientras millón y medio de refugiados trataba de buscar un espacio a salvo de la guerra en el sur de la Franja, a solo unos pasos, literalmente, de territorio egipcio.

Y no son solo los egipcios: los países árabes que han firmado acuerdos de reconocimiento y cooperación con Israel –por el momento Marruecos, Sudán, los Emiratos Árabes Unidos y Baréin– lo han hecho a espaldas de unos palestinos por los que nadie apuesta ya o, mejor dicho, a los que nadie soporta ya, en los dos sentidos de la palabra.

Sin embargo, muchos de mis interlocutores durante este viaje han mostrado sus esperanzas de que en el marco de los Acuerdos de Abraham y, sobre todo, como parte de un pacto entre Israel y Arabia Saudí que todo el mundo consideraba inminente antes del 7 de octubre los países árabes sí puedan asumir parte de la responsabilidad y del coste económico de crear una nueva Gaza ya sin Hamás. Al fin y al cabo, estos países son en buena parte los causantes del problema: si en 1948 hubiesen aceptado el acuerdo de partición que propuso la ONU y propició el nacimiento de Israel ya haría 76 años que existiría el tan ansiado, al menos aparentemente, Estado palestino.

Y entonces no tendríamos ninguno de estos problemas… O quizá sí.

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