
La supuesta hambruna en Gaza y sus consecuencias sobre la población infantil están siendo el gran tema de los últimos días alrededor de la guerra entre Israel y Hamás, un asunto que, entre otras cosas, está sirviendo para ocultar en los medios que la organización terrorista ha rechazado la última oferta de alto al fuego en las recientes conversaciones de paz o que hay todavía decenas de rehenes israelíes secuestrados en la Franja.
Pero es que, tal y como se está demostrando, el dolor de los niños es una herramienta muy poderosa para conmover las poco informadas cabezas y los hipócritas corazones de los políticos y las opiniones públicas de Occidente, aunque para ello sea necesario mostrarlo de la forma más descarnada posible, sea o no real.
No se trata de negar que hay hambre en Gaza, lo que es obvio después de una guerra que se prolonga desde hace más de veinte meses, si bien la historia tampoco es como la está contando la mayoría de la prensa: como bien apuntaba Pedro Gil en un excelente artículo en Libertad Digital, el principal responsable de la falta de alimentos en Gaza no es otro que Hamás, que está robando los envíos de ayuda humanitaria para poder seguir controlando a la población con ella. Y para hacerlo, los terroristas no dudan en disparar contra sus propios compatriotas.
La verdad sobre Mohammed
Sin embargo, si bien no se puede negar la situación casi desesperada que atraviesa la población en Gaza, parece que esta no debe serlo tanto como para conseguir de forma honesta imágenes lo suficientemente conmovedoras para crear el estado de opinión antiisraelí que parece que busca buena parte de la prensa internacional.
Es el caso de la historia de Mohammed Zakaria al-Mutawaq, el niño cuya fotografía usaron en portada muchos periódicos de todo el mundo, entre ellos el que es considerado una de las cabeceras de referencia globales, el New York Times, que reproducía una imagen del pequeño y su madre en su primera plana del pasado viernes.
El problema es que, tal y como contábamos en Libertad Digital, el pobre Mohammed no es un ejemplo de la hambruna que asola Gaza, sino que tiene en realidad una parálisis cerebral severa provocada por un grave desorden genético y que le provoca diversos trastornos graves, entre ellos hipoxemia –un bajo nivel de oxígeno en la sangre– y problemas nutricionales varios que le han hecho necesitar complementos médicos desde su nacimiento, hace 18 meses.
Cualquier persona que haya tenido contacto con niños con parálisis cerebral sabe que el aspecto de este niño está marcado por sus dolencias, haya o no hambre en Gaza. También sabe lo repugnante que es usar a un niño con problemas así de grandes –y a su madre viuda, por cierto– para hacer propaganda política y, sobre todo, hacerla mintiendo.
El NYT reconoce su error, pero no pide perdón
Finalmente, varios días después de llevar la imagen en su portada, el New York Times ha publicado un comunicado en el que reconoce que "después de la publicación" de la noticia y la fotografía "The Times supo que también tenía problemas de salud preexistentes".
We have appended an Editors' Note to a story about Mohammed Zakaria al-Mutawaq, a child in Gaza who was diagnosed with severe malnutrition. After publication, The Times learned that he also had pre-existing health problems. Read more below. pic.twitter.com/KGxP3b3Q2B
— NYTimes Communications (@NYTimesPR) July 29, 2025
La publicación en redes sociales se acompaña de una imagen con un texto que insiste en que "los niños en Gaza están desnutridos y mueren de hambre", pero admiten que efectivamente la historia se publicó sin saber, o al menos sin contar, que se trata de un niño enfermo: "Hemos conocido nueva información, incluyendo la del hospital que le ha tratado y de sus registros médicos, y hemos actualizado nuestra historia para añadir contexto sobre sus problemas de salud preexistentes" explican.
El texto, firmado por "un portavoz del The New York Times", sigue explicando que este "detalle adicional" da a los lectores "una mayor comprensión de la situación". Sí, llaman al estado real del niño y a su verdadera enfermedad "detalle adicional".
Por último, en lugar de pedir perdón por la gravísima omisión concluyen el breve texto diciendo que "nuestros reporteros y fotógrafos siguen informando desde Gaza, valientemente, sensiblemente y corriendo un riesgo personal, para que los lectores puedan ver de primera mano las consecuencias de la guerra".



