Endesa e Iberdrola han basado gran parte de su fusión en la posibilidad de intercambiar algunos de los activos de los que necesariamente tendrán que desprenderse para cumplir con las reglas de competencia con compañías europeas. Según asegura La Razón, las dos eléctricas han expresado también la conveniencia de que el Gobierno flexibilice algo la posición que parece haber adoptado el TDC en el sentido de no permitir que la nueva sociedad tenga más del 45 por ciento del mercado de distribución. Endesa e Iberdrola pretenden que tome fuerza el informe de la CNE que abre la posibilidad de alcanzar hasta el 65 por ciento siempre y cuando una sociedad independiente se encargue de gestionar la diferencia desde el 45 por ciento que permite el TDC. Esta solución sería bien vista por las compañías.
Otro de los argumentos que defienden Endesa e Iberdrola es la necesidad de tener una empresa fuerte tras la fusión, que pueda encarar el programa de inversiones de reposición de centrales que necesitará nuestro país a partir de 2005, cuando pueden presentarse, de no tomar medidas, problemas de suministro con el parque actual de centrales. La demanda sigue creciendo muy fuerte -por encima del 6 por ciento anual- y muchas de las centrales estarán obsoletas para esa fecha. Se calcula que las inversiones necesarias para solventar ese posible estado crítico ascenderían a 2 billones de pesetas.