
España es todavía uno de los países europeos con más fumadores. Según el último Eurobarómetro encargado de evaluar las actitudes de los europeos hacia el tabaco y los cigarrillos electrónicos, del año 2021, la tasa de tabaquismo entre los adultos españoles era del 24%, un dato ligeramente inferior al de la media de la Unión Europea, que se situaba entonces en el 25%, y ligeramente superior al de países como Alemania, Italia, Portugal y Reino Unido. Debido a la elevada prevalencia del consumo de tabaco en nuestro país, cada año mueren más de 50 mil personas por enfermedades relacionadas con el tabaquismo en España. Esta cifra podría verse reducida gracias al uso de productos de suministro de nicotina de daño reducido, como son los vapeadores –también conocidos como cigarrillos electrónicos– o el snus, un producto derivado del tabaco que se consume por vía oral y que es extremadamente popular en Suecia. Pero a pesar de su potencial para reducir el consumo de tabaco y mejorar la salud pública, el futuro de estos productos en nuestro país es incierto.
Los productos de suministro de nicotina de daño reducido son productos sustitutivos del tabaco que permiten a los fumadores seguir consumiendo nicotina a la vez que reducen los daños para la salud causados por fumar. Estos productos son de gran utilidad para aquellos fumadores que no pueden o no quieren dejar de consumir nicotina, pues les permite seguir haciéndolo, pero a un menor coste para su salud. Entre ellos se incluyen productos orales como el snus, las bolsas de nicotina, los parches y chicles de nicotina, los productos de tabaco calentado y, los más populares, los vapeadores.
En los vapeadores, una resistencia alimentada por una batería calienta un líquido que puede contener nicotina y aromatizadores hasta producir el vapor, que es inhalado. A diferencia de los cigarrillos tradicionales, no hay combustión, por lo que no se produce humo – dañino para la salud de los usuarios – y los líquidos contienen ingredientes inocuos para la salud, a diferencia de los cigarrillos, que contienen más de 70 carcinógenos. Gracias a estas propiedades, vapear se estima un 95% menos dañino que fumar, según la agencia de salud pública del Reino Unido. Vapear es además dos veces más eficaz para dejar de fumar que las terapias tradicionales de reemplazo de nicotina, según la Queen Mary University, y ya se recomienda a los fumadores para dejar el tabaco en países como Reino Unido, Francia, Canadá y Nueva Zelanda. Reino Unido está reduciendo su tasa de tabaquismo a pasos agigantados gracias al uso de los vapeadores y Suecia está a punto de convertirse en el primer país libre de humo gracias al uso de estos productos alternativos al tabaco.
Las políticas que promueven el uso de estos productos para dejar de fumar, conocidas como reducción de daños del tabaco, están funcionando con gran éxito en algunos países. Sin embargo, en España, el gobierno lleva años amenazando con restringir el uso de los vapeadores, encareciéndolos y dificultando el acceso a ellos o incluso prohibiendo elementos claves para dejar de fumar, como son los sabores de vapeo, cuyo uso incrementa las posibilidades de dejar de fumar en un 230%. Ahora, la falta de claridad de los partidos políticos en sus programas electorales respecto a la regulación de los cigarrillos electrónicos deja muchas dudas sobre cuál será el devenir del sector en la próxima legislatura en España.
A excepción de Vox, que no hace en su programa ninguna mención al problema del tabaquismo, las propuestas del resto de partidos destacan por su ambigüedad.
El Partido Socialista dice apostar por una generación libre de humo. Para ello, planea regular el uso de los vapeadores y productos dulcificados derivados del tabaco, aunque evita concretar cómo será esta regulación y si incluirá prohibiciones de los sabores en caso de continuar en el gobierno. También plantea "desincentivar el consumo de tabaco con todas las herramientas para reducir la adicción", pero no hace referencia al uso de productos de suministro de nicotina de riesgo reducido para combatir el tabaquismo.
Por su parte, Sumar propone "convertir las políticas fiscales en un activo para la salud (…) revisando la fiscalidad del tabaco", mientras que el Partido Popular solamente habla de luchar contra el consumo de tabaco y promover los hábitos saludables sin hacer referencia a ninguna medida en particular.
Sin embargo, los proyectos no aprobados del gobierno del Partido Socialista y Unidas Podemos para el vapeo en la última legislatura amenazan con acabar con el sector y ahondar en la deriva paternalista del gobierno. De repetirse un gobierno del PSOE con Sumar, podríamos ver estas amenazas hacerse realidad.
En junio del año pasado, el Consejo de Ministros aprobó el Anteproyecto de Ley del Mercado de Tabacos y Otros Productos Relacionados en el que pretendía dar a los cigarrillos electrónicos el mismo trato que a los tradicionales, a pesar de sus – enormes – diferencias. Su intención era restringir la venta de estos productos exclusivamente a los estancos, prohibiendo la venta online y en establecimientos especializados. La aprobación de esta ley supondría la muerte de un sector que cuenta con más de 400 empresas y 3.000 empleados en nuestro país.
Anteriormente, en diciembre de 2021, el Gobierno presentó su borrador del llamado "Plan Integral de Prevención y Control del Tabaquismo 2021-2025", en el que planteaba prohibir los sabores de vapeo y subir los impuestos de los productos alternativos. Las consecuencias de la aprobación de este plan serían catastróficas para la salud pública, como expliqué aquí.
Estas dos piezas de legislación podrían aprobarse en la próxima legislatura, impidiendo a millones de fumadores pasarse a una alternativa menos dañina y empujando de nuevo al tabaquismo a miles de vapeadores en nuestro país. Sea cual sea el próximo gobierno, la regulación de estos productos debe hacerse teniendo en cuenta la abundante evidencia científica al respecto, la opinión de los usuarios y la experiencia de países que están liderando la erradicación del tabaquismo.
