
María Blasco, exdirectora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), destinó 29.186,10 euros de fondos públicos a cuatro viajes internacionales vinculados al programa CNIO Arte, según resoluciones de Transparencia a las que ha accedido en exclusiva Libertad Digital y firmados por María Isabel Salido Guerrero, directora de Gestión Económica del organismo.
Estos desplazamientos, realizados entre 2022 y 2023 a Mozambique, el Ártico, Chicago y Washington, han desatado críticas por su elevado coste y por beneficiar principalmente a artistas y personas sin vínculo laboral con el organismo, en un momento de dificultades financieras para el CNIO. La gestión de Blasco, que culminó con su destitución en enero de 2025, ha estado marcada por escándalos que incluyen una querella por malversación, un incidente en la feria ARCO y un intenso enfrentamiento político.
Los viajes bajo la lupa
El Ártico: 7750 euros en una expedición polémica
El desplazamiento tuvo lugar en agosto de 2023 a Longyearbyen (archipiélago de Svalbard), un pequeño pueblo costero de poco más de 2000 habitantes al norte de Noruega donde está prohibido morirse, cuando Blasco lideró una expedición al Ártico con un presupuesto de 7,750.88 euros. Según los documentos, el viaje incluyó a la propia Blasco, su pareja, su hijo y un grupo de artistas sin vínculo laboral con el CNIO. La justificación oficial, publicada en la web del centro, apuntaba a "fomentar sinergias entre la ciencia y el arte" mediante la observación de paisajes polares y la creación de obras inspiradas en el cambio climático.

La lista de participantes ha sido uno de los puntos más controvertidos. Además de Blasco, Ruth Toledano, su pareja, su hijo, un estudiante de 22 años sin experiencia científica documentada, formaron parte del grupo. A ellos se sumaron Juan de Nieves, director de la Oficina de Imagen Institucional, Dora García, artista, David Nogués Bravo, macro ecólogo y profesor asociado de la Universidad de Copenhague, Laszlo Umbreit, sonidista, y se unió a la comitiva Tom Warner, cámara y director de fotografía.
El viaje incluyó una estancia de seis días en Svalbard, un archipiélago noruego, con vuelos desde Oslo, alojamiento en un hotel especializado para expediciones y el alquiler de un barco para explorar zonas remotas. Las críticas han señalado que, mientras el CNIO enfrentaba un déficit de 4,5 millones de euros, este tipo de iniciativas priorizaba intereses personales sobre las necesidades científicas del centro.

Mozambique: 8.700 euros para un intercambio cultural cuestionado
El segundo viaje, realizado en noviembre de 2021 a Mozambique, tuvo un coste de 8,760 euros y formó parte del programa CNIO Arte. El objetivo era conectar a investigadores con artistas africanos para explorar "perspectivas alternativas" sobre la salud y el cáncer. Sin embargo, los documentos revelan que los principales beneficiarios fueron creadores sin relación laboral con el CNIO, mientras que la participación de científicos del centro fue mínima.
El grupo estuvo compuesto por Blasco, dos artistas mozambiqueños —un escultor y una poeta— y un curador sudafricano contratado para coordinar el proyecto. Ninguno de estos tres últimos tenía vinculación contractual con el CNIO, y sus honorarios, vuelos y alojamiento en Maputo fueron cubiertos con fondos públicos. La expedición incluyó una semana de talleres y visitas a galerías locales, así como la producción de una instalación artística que luego se exhibió en Madrid. Aunque el programa prometía "resultados tangibles" para la investigación, no se ha especificado cómo estas actividades beneficiaron al trabajo oncológico del centro.
La elección de Mozambique como destino también ha sido cuestionada. Según los documentos, Blasco defendió la iniciativa como una oportunidad para "visibilizar el arte africano", pero las críticas han destacado la falta de conexión entre este objetivo y la misión del CNIO, especialmente en un contexto de recortes presupuestarios que afectaban a la compra de equipamiento científico.
Chicago y Washington: 12.675 euros en exposiciones
Blasco también organizó dos viajes más: uno a Chicago en octubre de 2023 (3,112.22 euros) y otro a Washington en abril de 2023 (9,563 euros). Ambos estuvieron ligados a exposiciones del programa CNIO Arte en el Instituto Cervantes de Chicago y la embajada española en Washington. Acompañada por artistas y comisarios externos, cuyos gastos fueron sufragados por el CNIO, las muestras buscaban "internacionalizar" el programa, aunque su impacto científico sigue sin esclarecerse.

Una gestión envuelta en polémica
Los 29.186,10 euros gastados en viajes polémicos, como el realizado al Ártico en agosto de 2023 junto a su pareja Ruth Toledano y su hijo A.S., representan solo una faceta de las irregularidades asociadas a María Blasco. Según investigaciones de The Objective, El Debate y ABC, el programa CNIO Arte, que destinó cerca de un millón de euros en un solo año a compras de obras y contrataciones externas —y casi tres millones entre 2018 y 2023—, coincidió con recortes que comprometieron la adquisición de equipos esenciales para la investigación oncológica.
El año pasado, el CNIO pagó 17.196 euros por exponer obras en ARCO, incluyendo gastos como 5.500 euros (+IVA) por el alquiler del stand en IFEMA y 6.745 euros (+IVA) por equipos audiovisuales. Mientras tanto, la contratación de personal no científico, como el galerista Juan de Nieves y dos ayudantes con un coste anual de 200.000 euros, ha sido señalada como una anomalía por fuentes internas, dado que carecen de formación científica relevante.
Blasco también percibió sobresueldos por 319.000 euros entre 2016 y 2024, a razón de 30.000 euros anuales, un ingreso que el sindicato Manos Limpias denunció como irregular en una querella por malversación y estafa presentada en febrero de 2025. Además, entre 2014 y 2020, la cúpula del CNIO —incluida Blasco, con 53.572 euros— se repartió 719.237 euros en regalías de un total de 1,3 millones, privando a los investigadores de fondos que les correspondían, según una auditoría de la Intervención General del Estado (IGAE). Esta distribución se basó en una norma interna de 2014 que la IGAE calificó como carente de base legal.
La controversia escaló con la participación de Begoña Gómez, esposa del presidente Pedro Sánchez, quien amadrinó un acto de compra de arte en 2019 y prometió prácticas de su máster en el CNIO sin un convenio formal. Esto, sumado a la pérdida del 22% de los ingresos del centro desde que Blasco asumió la dirección en 2011 —de 54,3 millones de euros a 43,2 millones en 2023— y la fuga de siete científicos de alto nivel, que costó unos 12 millones de euros anuales en ingresos externos, desató una ola de críticas.
En respuesta, un grupo de científicos exigió su destitución en una carta al secretario de Estado de Investigación, Juan Cruz Cigudosa, y a la secretaria general de Investigación, Eva Ortega-Paíno. El malestar interno se intensificó en enero de 2025, cuando aparecieron invitaciones en formato QR por las instalaciones del organismo para que los investigadores que lo deseasen se uniesen a la petición de dimisión de la directora, denunciando opacidad salarial y falta de liderazgo.
El punto de inflexión llegó a finales de enero de 2025, cuando el patronato destituyó a Blasco y al director gerente, Juan Arroyo, en una reunión extraordinaria. Días después, el programa de compras de arte fue suspendido, aunque las críticas por el daño financiero y reputacional persisten. Telomere Therapeutics, empresa de Blasco creada en 2020, recibió más de tres millones de euros en ayudas del Ministerio de Ciencia pese a registrar pérdidas de 1,56 millones, lo que añadió otra capa de controversia a su gestión.
Escándalos personales y políticos
La gestión de Blasco también se vio empañada por incidentes personales. En marzo de 2025, ella y su pareja acosaron a una crítica de arte de ABC en ARCO tras una reseña negativa sobre CNIO Arte, amenazándola con frases como "Lo vas a pagar", según testigos. Este episodio reforzó la imagen de un liderazgo autoritario y descontrolado. Además, su contrato como directora, señalado como irregular por la IGAE por su carácter indefinido —contrario a los estatutos del CNIO que limitan el mandato a cinco años—, fue otro punto de fricción.
Políticamente, el caso generó un torbellino de acusaciones. La ministra de Ciencia, Diana Morant, negó irregularidades pese a los ceses, defendiendo al CNIO y culpando al Partido Popular por impulsar CNIO Arte durante el Gobierno de Rajoy. En una comparecencia, Morant acusó al PP de sentar las bases del despilfarro, pero el partido de Feijóo replicó con 70 preguntas en el Congreso, exigiendo claridad sobre los viajes, contrataciones y la implicación de Begoña Gómez. El escándalo también afectó a la Asociación Española contra el Cáncer (AECC), que reportó confusión entre donantes y casos aislados de retirada de apoyo debido a titulares que relacionaban erróneamente al CNIO con su labor.
Otros actores se sumaron a la controversia: el Congreso ordenó al Tribunal de Cuentas una fiscalización completa del CNIO, Vox reclamó una auditoría externa, y la querella de Manos Limpias por malversación y estafa contra Blasco avanza en los tribunales, avivando el debate sobre el uso de fondos públicos.

