
El gran apagón que este lunes ha sufrido toda España ha propiciado el contexto perfecto para que los okupas sigan campando a sus anchas. Eso es precisamente lo que ha sucedido en el madrileño barrio de Salamanca, donde los vecinos de un edificio que lleva 15 años luchando contra esta lacra han vuelto a sufrir una okupación, coincidiendo con la falta de luz y de cobertura que este 28 de abril sumía a nuestro país en el caos.
De los 16 pisos, solo cinco están en manos de legítimos propietarios. 10 estaban okupados y otro había sido desalojado el pasado mes de enero y, desde entonces, contaba con alarma y puerta antiokupa. Sin embargo, este lunes todo cambió. "A las 22:00 horas, la vecina del segundo empezó a escuchar ruidos el piso de arriba y, cuando subieron, la puerta antiokupa ya no estaba", apunta a Libre Mercado uno de los vecinos que este mismo martes acudía a interponer una denuncia ante la Policía Nacional. "Y ya van 12 desde 2023", apunta.
*Urgente*: ¡Nueva okupación, aprovechando el APAGÓN, en el edificio de la calle Azcona de Madrid! Cuando el caos reina, los delincuentes recogen ganacias @policia @policiademadrid @sareb #leyantiocupas pic.twitter.com/SNA34YriFN
— Plataforma Afectados Ocupación (@leyantiocupas) April 29, 2025
Aunque no saben a ciencia cierta cuándo se habría producido la okupación, insisten en que la última comprobación que hicieron fue el pasado jueves y que fue anoche cuando empezaron a escuchar movimiento, coincidiendo con un apagón que permitió que miles de alarmas de toda España dejasen de funcionar. Con todo, los vecinos esperan que la Policía o la Sareb, propietaria de todos los inmuebles okupados, les ofrezca algún tipo de información al respecto.
15 años de sufrimiento
En este sentido, los vecinos no esconden sus desavenencias con el llamado banco malo, cuya pasividad, insiste, ha contribuido a que los okupas lleven 15 años campando a sus anchas en este "edificio maldito" —tal y como lo han bautizado algunos vecinos— literalmente tomado por delincuentes. "Estamos rodeados", resumen.
El pasado mes de febrero, su situación ya saltó a los medios después de una nueva okupación. En aquel momento, una trifulca llevó a una familia a coger sus enseres y marcharse. Sin embargo, la lentitud de la Sareb impidió que el piso se cerrase a tiempo. "Les llamamos por la mañana diciéndoles que estaban desalojando y que estaban allí con una furgoneta sacando cosas, pero hasta las 20 horas no llegó una empresa a poner la puerta antiokupa y, por tanto, cuando llegaron, ya se habían metido otros", recuerda indignado.
Con todo, la convivencia con quienes se saben en mayoría se antoja literalmente "imposible". A una vecina le han llegado a romper la nariz, aseguran, y a los operarios que en alguna ocasión han acudido a cortarles los enganches "les han pinchado las ruedas del coche". A dichos episodios se suma, además, el vandalismo del que hacen gala en el día a día y, particularmente, cada vez que se produce un desalojo.
"Aquí ha habido desde pintadas con excrementos humanos hasta bolsas de basura y heces de perro por las escaleras, botones del ascensor reventados, el portero automático con los cables cortados que nos ha costado un dineral e inundaciones porque cuando tienen una avería no llaman nunca a un fontanero", denuncian.

