
Que algunos tertulianos de extrema izquierda, o que algunos artistas que comparten la misma condición pronuncien exabruptos contra los derechos de propiedad como prohibir las herencias, no constituye en sí mismo un peligro, más allá de la capacidad de impacto que su fama pueda producir sobre sus fans, a quienes podrían llegar a influir.
Lo más peligroso es que este tipo de mensajes lo recojan aquellos que tienen a su alcance el Boletín Oficial del Estado. Y es que el Gobierno, que parece perseguir obsesivamente los conceptos de igualdad o justicia social, ya ha dicho en alguna ocasión, y no un ministro cualquiera, sino el propio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que la posibilidad de los individuos de poder heredar el patrimonio acumulado por los padres es un elemento fundamental de desigualdad. Un argumento que está detrás del feroz tratamiento fiscal que tienen las herencias en España y que han obligado a más de uno a tener que renunciar a recibir la herencia de sus padres por no poder asumir el pago de impuestos que implica.
Una peligrosa deriva, la del Gobierno y la izquierda en general, que atenta directamente contra uno de los derechos fundamentales, el de la propiedad, consagrado como derecho fundamental en todos los sistemas jurídicos modernos y avanzados, aunque dependiendo de cada sistema jurídico tiene algunos matices.
En la declaración universal de derechos humanos del 48 viene recogido en el artículo 17, donde se dice que "toda persona tiene derecho a la propiedad, individual y colectivamente" y añade que "nadie será privado arbitrariamente de su propiedad". En el Convenio Europeo de Derechos Humanos añaden que "toda persona física o jurídica tiene derecho al respeto de sus bienes".
Básicamente, sin propiedad no hay libertad. La defensa de la propiedad es fundamental para evitar que tiranos, como los que están defendiendo la prohibición de las herencias, logren socavar este derecho fundamental y que marca el principio del fin de las sociedades y civilizaciones y que establece uno de los aspectos más dañinos de aquellos regímenes que han terminado con la hacienda y la vida de sus ciudadanos.

