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La caída en desgracia de Klaus Schwab: el "rey" del Foro de Davos, acusado de prácticas corruptas

La organización que impulsó el "no tendrás nada y serás feliz", en el punto de mira.

La organización que impulsó el "no tendrás nada y serás feliz", en el punto de mira.
16 de enero de 2024, Suiza, Davos: Klaus Schwab, fundador del Foro Económico Mundial (FEM), pronuncia un discurso en el acto inaugural. La reunión anual del Foro Económico Mundial está considerada como uno de los encuentros más importantes para políticos, altos directivos y científicos de primer nivel. Los debates y las reuniones confidenciales se centran en buscar soluciones a los retos globales. Foto: Hannes P. Albert/dpa | Cordon Press

El Foro Económico Mundial nació hace más de medio siglo como una plataforma de cooperación entre líderes políticos y empresariales. Sin embargo, hace tiempo que las reuniones de la entidad en la localidad suiza de Davos dejaron de ser lo que eran y, en lugar de servir como plataforma para un proyecto plural y orientado a la libertad económica, se convirtieron en un púlpito ideológico desde el que se impulsaban recetas cada vez más intervencionistas, tales como políticas climáticas coercitivas o la obsesión tecnocrática por la llamada Agenda 2030. El culmen de esta deriva fue su famosa propuesta del "No tendrás nada y serás feliz", símbolo perfecto del nuevo colectivismo que el Foro ha venido promoviendo en la era digital.

Pues bien, ahora que los postulados del Foro se ven sacudidos por líderes como Javier Milei, que pronunció un histórico discurso en Davos para reivindicar el capitalismo de libre mercado, el creador y patriarca de la organización, Klaus Schwab, se ha visto obligado a abandonar el escenario en medio de un grave escándalo que ha sacudido los cimientos de la entidad cuya base de operaciones está ubicada en las montañas helvéticas. A sus 87 años, Schwab sido forzado a dejar la presidencia tras una serie de graves acusaciones por parte de un denunciante anónimo que han venido a desvelar presuntas irregularidades financieras, así como el uso indebido de recursos del Foro, prácticas de nepotismo y distintas formas de manipulación de informes que antaño fueron clave, como el Índice Global de Competitividad.

Lejos de ser una jubilación ordenada, la salida de Schwab se ha producido tras dos investigaciones internas que se han encadenado en menos de un año y han dado como resultado la creciente pérdida de confianza de sus propios patrocinadores empresariales. El SWI suizo define lo ocurrido sin rodeos: Downfall in Davos, "Caída en Davos". El Wall Street Journal titula en la misma línea, hablando de la "impactante caída en desgracia" de quien describe como "el Rey de Davos". Y es que el jerarca de la organización que promovía un modelo post-capitalista con tintes claramente intervencionistas y socialistas ha terminado cayendo en desgracia.

Graves acusaciones

Según las informaciones publicadas, fue un correo anónimo enviado a los 29 miembros del consejo del Foro Económico Mundial lo que puso en marcha la investigación. En la citada misiva se afirmaba que Schwab y su familia recibieron beneficios personales indebidos, incluidas vacaciones pagadas que fueron registradas como "viajes de trabajo", amén de royalties por libros escritos por otros trabajadores de la organización que no fueron compensados como era debido. Asimismo, se denunciaron reformas de propiedades inmobiliarias de la institución que habrían sido acometidas para uso privado.

El escándalo alcanza también a su hijo, Olivier, que ha sido acusado de ignorar una denuncia de acoso sexual dentro de la organización, así como a su hija, Nicole, que dejó la institución el año pasado. A pesar de todo, el marco legal creado por Suiza para reconocer al Foro Económico Mundial como organismo internacional exige que al menos un miembro de la familia Schwab permanezca en el consejo, de modo que la desconexión del clan con la entidad no podrá materializarse del todo, salvo que se acometa un cambio en los estatutos.

De foro plural a trinchera ideológica

En su intento de defender su legado, Schwab reivindica sus supuestos logros y méritos personales. Sin embargo, la denuncia que puso en marcha la investigación interna alega que el impulsor del Foro deja tras de sí es una estructura cerrada y opaca que, como denuncian sus críticos, ha terminado alineada con las élites político-burocráticas globales, perdiendo toda conexión con el debate económico real.

El futuro del Foro de Davos es incierto. Con Schwab fuera, se abre una lucha interna por el control, mientras sus socios corporativos se preguntan si seguir vinculados a una organización manchada por los escándalos y en pleno declive reputacional. La gran pregunta ya no es quién será el próximo presidente, sino si el Foro puede sobrevivir sin su creador y si tiene sentido su existencia en el mundo post-Covid, post-Agenda 2030, y, ahora también, post-Schwab.

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