El humo vuelve a ocupar un lugar central en la agenda de Bruselas, pero esta vez no por motivos de salud pública. La Comisión Europea debatirá el 16 de julio una drástica revisión de la fiscalidad del tabaco –a través de la Directiva sobre Impuestos Especiales al Tabaco (TED, por sus siglas en inglés)– que podría traducirse en un aumento histórico del precio de cigarrillos, tabaco de liar y otros productos asociados. El objetivo de esta medida es recaudar hasta 15.000 millones de euros anuales para financiar el rearme militar europeo.
Aunque la iniciativa está liderada técnicamente por el comisario de Acción Climática, el neerlandés Wopke Hoekstra, el verdadero peso político recae en Teresa Ribera, vicepresidenta primera para la Transición Limpia, Justa y Competitiva de la Comisión Europea y una de las grandes impulsoras del plan. La medida se enmarca en un giro estratégico de la UE hacia una mayor autonomía en materia de defensa, que exige recursos propios y estables.
El tabaco, en el punto de mira
El borrador de la propuesta, publicado por Euractiv, prevé una subida de hasta el 139% en los impuestos a los cigarrillos, lo que encarecería el precio de una cajetilla en 1,40 euros en países como España. En el caso del tabaco de liar, el impuesto se elevaría un 258%, disparando el precio de una bolsa de 30 gramos de los actuales 6,60 a 10,60 euros.
Además, estos nuevos impuestos no serían recaudados por los Estados miembros, sino directamente por la UE, como ya sucede con el sistema de comercio de emisiones (ETS). Es decir, los ingresos irían al presupuesto comunitario, fortaleciendo la capacidad financiera propia de Bruselas al margen de las haciendas nacionales.
Un rearme militar para Europa
La propuesta llega en un contexto donde la UE ha asumido el compromiso de aumentar su gasto en defensa hasta el 5% del PIB en la próxima década, en línea con las exigencias de la OTAN. A ello se suman las amenazas arancelarias de Donald Trump –que propone aranceles del 30% a productos europeos– y la necesidad de mantener la competitividad estratégica global.
Este "impuestazo" que se prevé imponer al tabaco representa, por lo tanto, una herramienta rápida, aunque impopular, para dotar de músculo financiero a los planes de rearme y seguridad europea.
Oposición creciente entre los Estados miembros
Las reacciones no se han hecho esperar. Suecia ha sido el primer país en alzar la voz, calificando la medida de injusta y advirtiendo del riesgo de fomentar el contrabando y las compras transfronterizas. Dinamarca, Países Bajos, Italia, Grecia y Rumanía también han mostrado su rechazo, señalando el impacto económico y social que podría tener en sus ciudadanos y sectores productivos.
Por otro lado, países como los Países Bajos y Francia ya han vivido experiencias similares. Tras anteriores subidas fiscales al tabaco, el mercado negro se disparó. Por ejemplo, en el año 2024, el consumo de cigarrillos falsificados superó los 15.300 millones de unidades en Europa, un 20% más que el año anterior. En el caso neerlandés, el contrabando se duplicó.
Para que la propuesta pueda entrar en vigor, se necesita el respaldo unánime de los 27 Estados miembros de la Unión Europea. Por ello, se anticipan negociaciones largas y tensas en los próximos meses. La medida forma parte del primer paquete del nuevo marco financiero plurianual (2028-2034) que presentará la Comisión esta semana, y que buscará nuevas fuentes de ingresos propios para reducir la dependencia de las contribuciones nacionales. Además del impuesto al tabaco, se baraja incluir impuestos sobre residuos electrónicos o tasas verdes adicionales.