
No espero mucho de España, a tenor de la situación. Con España me refiero a mis paisanos, capaces de comulgar con lo que está sucediendo porque "al menos no gobierna la derecha". Estúpido, trágico y desesperante consuelo. No es fácil diagnosticar cómo hemos llegado a este grado de polarización, a destrozar la convivencia y destruir un estado en tan poco tiempo. Algo tendrá que ver que, donde antes se sentaban los Mendizábal, Narváez, Sagasta, Silvela, Canalejas, Maura o Calvo Sotelo hoy se sienten Yolanda Díaz, Montero, Bolaños u Óscar López. Difícil mayor degradación institucional.
Hablando de este último, se trata un ejemplo muy ilustrativo del envilecimiento a través del cual se ha degenerado la política hasta límites asfixiantes. Un tipo crecido a la sombra de los otrora líderes socialistas que hoy, por lo que sea, salen demasiado en los medios de comunicación… Alguien que adolece de cualquier tipo de talento y al que han colocado ahí, precisamente por eso. Bajo el liderazgo (sic.) del ministro López, el Ministerio de Transformación Digital está evidenciando no solo una gestión nefasta, sino que opera contra los intereses de los españoles.
El fracaso más palmario es la bajísima ejecución de los fondos europeos: el PERTE Chip –dotado con más de 12.000 millones de euros para el sector de los semiconductores– ha quedado olvidado en un cajón y apenas se han ejecutado 330 millones de euros (un desesperante 2,6%). Malas noticias para todos, que hemos perdido la oportunidad de impulsar la industria tecnológica española hasta cotas inéditas. En su lugar, han preferido imponer una burocracia farragosa, unida a una evidente falta de ambición gubernamental. Somos un esperpento, mientras nuestros vecinos europeos avanzan a toda máquina.
Estos días asistimos atónitos a la cancelación del millonario proyecto de la multinacional Broadcom, que iba a invertir casi 1.000 millones de dólares en nuestro país. Anunciado como una de las joyas del PERTE Chip, el cierre de este proyecto es el manifiesto tangible de una gestión a la altura del bananerismo que tanto idolatran. Hemos sido testigos de cómo fueron matando el proyecto por falta de miras políticas, falta de interlocución y dejadez institucional. Centenares de puestos de trabajo perdidos, trabajos de alta cualificación y valor añadido. Todo perdido por la inoperancia un gobierno incapaz de ofrecer, ni siquiera, seguridad jurídica a los inversores.
Como colofón al sainete de esta semana, tras la debacle de Broadcom, estos genios de la estrategia se montan en un avión y se van a firmar un pacto sobre Ciberseguridad con Mauritania. Cabe preguntarse qué nos puede aportar Mauritania en esta materia. Un país cuya infraestructura está a años luz de la nuestra y solo una de cada tres personas tienen acceso a internet. ¿Alguien duda que este acuerdo nos va a costar dinero a los españoles? Una pantomima que únicamente demuestra la prioridad desordenada de este gobierno: hacerse fotos de escaparate en lugar de consolidar lo esencial en casa.
Lo de Óscar López no es solo inoperancia: es desidia y propaganda a partes iguales. No está ahí para gestionar, le han colocado de chico de los recados contra Ayuso. Ha heredado un ministerio clave para el futuro de España y lo ha convertido en un erial de anuncios huecos, cifras infladas y promesas que se esfuman después del efímero titular. Mientras otros países captan inversiones estratégicas, aquí perdemos proyectos millonarios por pura incompetencia. España no puede permitirse más ministros ornamentales. O ponemos orden, o el futuro digital de este país lo escribirán otros… en otro idioma y desde otro lugar.
