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Cuatro razones por las que será (casi) inevitable que España afronte un recorte 'a la francesa'

El Gobierno galo ha anunciado ajustes de 43.800 millones que afectarán a funcionarios y pensionistas. ¿Estamos a salvo de ese escenario?

El Gobierno galo ha anunciado ajustes de 43.800 millones que afectarán a funcionarios y pensionistas. ¿Estamos a salvo de ese escenario?
El presidente de Francia, Emmanuel Macron, y su primer ministro, Francois Bayrou, esta semana, en París. | EFE

En realidad, el titular más importante ya tenía un par de meses. En Francia debían prepararse para los recortes. Y no hablamos de ajustes menores, sino de tijeratazos de los muy dolorosos. Lo anunció el mismo Emmanuel Macron a mediados de mayo. Esta semana, lo que hemos conocido ha sido el detalle: 43.800 millones al año, congelación de sueldos de los funcionarios y pensiones, eliminación de días festivos...

En general, el tono en la prensa española ha sido de cierto asombro. También se hace la lectura política: porque está claro que los grandes sindicatos franceses y las extremas derecha e izquierda (que ya estaban disparadas en las encuestas) no dejarán que esto se lleve a cabo en silencio. Incluso, muchos se preguntan cuánto de lo anunciado finalmente se aplicará.

Pero siempre con una cierta distancia. Como si esto no nos tocara demasiado. Al fin y al cabo, los franceses tienen más deuda (113% del PIB vs nuestro 102% a finales de 2024) y déficit (5,8% frente al 3,2% de España). Pero sí, nos toca. Mucho. Recuerden la crisis 2008-2010, cuando comenzaron los recortes, desde el Gobierno español de José Luis Rodríguez Zapatero se echaban balones fuera. Esto aquí no va a pasar. Que si un Ejecutivo progresista nunca lo haría, que si España había crecido mucho más que el resto, que si aquí la deuda pública era más sostenible... Hasta que llegó el 12 de mayo de 2010 y el presidente subió a la tribuna del Congreso para anunciar recortes en las pensiones, los sueldos públicos, el gasto para dependencia y casi cualquier partida que podamos imaginar.

Esta semana, todos los miembros del Gobierno que han salido ante los medios de comunicación han asegurado, de nuevo, que aquí lo que está pasando en Francia no nos afecta. El ministro de Presidencia, Félix Bolaños, lo explicaba en este tuit:

¿De verdad, seremos capaces de, esta vez sí, esquivar el destino de Francia, Alemania o, incluso desde fuera de la UE, Reino Unido? Porque en todos estos países, unos más y otros menos, se han anunciado medidas similares.

La realidad es que tiene toda la pinta de que no podremos. Con Sánchez o con Feijóo, de aquí a 2030 vienen muchas curvas.

Las razones

Y no lo decimos sólo por molestar al señor Bolaños. Hay al menos cuatro motivos que nos indican que esto también nos afectará.

1 - Tampoco estamos tan lejos de Francia. Es verdad que, como decíamos antes, tanto en el nivel de deuda como de déficit estamos un poco mejor que nuestro vecino del norte. Pero no nos engañemos, nuestra situación es similar. En déficit, por ejemplo, llevamos casi quince años por encima de ese 3% que marca el Pacto de Estabilidad y Crecimiento.

Y eso con unas cifras macro algo mejores que las francesas. En este caso, ese elemento positivo (más crecimiento) en realidad tiene una doble lectura: si no hemos corregido los números rojos durante una década de crecimiento, ¿qué pasará en el momento en el que la economía se enfríe un poco? Recordemos que en cuanto a los ingresos, estamos teniendo récord de recaudación, tanto por las subidas fiscales directas como, sobre todo, por las indirectas (inflación sin ajuste de la tarifa del IRPF). Un récord que no ha servido para acercarnos al equilibrio presupuestario.

2 - Los grandes capítulos de gasto irán a (mucho) peor, no a mejor. En lo que tiene que ver con la demografía y el envejecimiento, Francia, Alemania, Italia... son España con una década de adelanto. Nuestro baby-boom llegó diez-doce años más tarde que en el resto del continente. En Francia o Italia comenzó a finales de los 40, aquí tuvimos que esperar a llegar a los años 60.

Lo mismo ocurre con la inmigración de países del Tercer Mundo. A pesar de la propaganda oficial, este tipo de residentes no sólo no es una ayuda, sino que genera más presión para el Estado del Bienestar: son colectivos de rentas muy bajas, que cumplen los requisitos para acceder a la mayoría de las prestaciones.

En resumen, lo que Francia está viviendo ya, lo tendremos en nuestro país en unos años (en realidad, ya lo vemos, pero irá a más).

3 - Nuestras economías son muy parecidas. Mucho gasto público, poca productividad, numerosos sectores intervenidos, regulación asfixiante, mercado laboral muy rígido, muy pocas empresas líderes en los sectores más productivos e innovadores... Todo esto serviría perfectamente para Francia. Y, por supuesto, para España.

De hecho, en algunos de estos indicadores, estamos todavía peor que los galos. Incluso en lo más anecdótico, esos dos días festivos que quiere cargarse el Gobierno francés y que tantos titulares ha generado, nuestro país es muy parecido. De hecho, aquí tenemos más jornadas libres repartidas por el calendario. El primer ministro francés, François Bayrou, ha dicho que su mes de mayo es como "un queso gruyere", por la cantidad de festivos que se suceden. Desde abril: Semana Santa, Primero de Mayo, Día de la Victoria (8 de mayo), Jueves de la Ascensión, Pentecostés... Pues que no se pase por Madrid en mayo (puentes del 1-2 de mayo y San Isidro) o en diciembre (ese encadenamiento de puente de la Inmaculada y un par de semanitas en Navidad).

A mí también me encanta nuestro calendario de festivos. Pero cuando pensemos en productividad y competitividad, también debemos tener en cuenta esa sensación tan presente en España de que hay dos o tres meses cada año en los que vamos al 50% (agosto, desde luego; diciembre-enero; y en cada región aquel mes en el que se encadenan 2-3 fiestas regionales-municipales).

4 - Somos socios de la Eurozona. Los recortes no se aplicarán sólo en un país. Porque no sería justo y porque políticamente es inviable. Si un Gobierno comienza a meter la tijera, no permitirá (sobre todo si hablamos de uno de los dos grandes, Alemania o Francia) quedarse sólo ante su electorado. La versión más amable es que todos los que están en una situación parecida deben hacer esfuerzos similares. Desde Francia o Alemania, eso significa España e Italia.

Es como lo del gasto en Defensa: ¿alguien se cree realmente que los gobiernos de nuestros socios van a dejarnos no llegar donde a ellos les va a costar tanto? Porque ellos también tienen votantes a los que los recortes asociados a este compromiso no les van a hacer ninguna gracia.

A pesar de lo que diga nuestro Gobierno, no va a ser tan fácil negarnos a estos ajustes. La moneda única supone un aval entre los socios. El BCE actúa como intermediario, pero al final la solvencia del euro depende de la productividad del conjunto de sus economías (sobre todo, las más ricas) y de la confianza en el mercado en que la divisa se mantendrá estable. Recuerden, de nuevo, lo que ocurrió entre 2010-2015, cuando se temía por la ruptura del proyecto y las primas de riesgo de los países mediterráneos se dispararon a la vez. ¿Podría volver a ocurrir lo mismo? Si surge la desconfianza entre los países, mucho antes de lo que pensamos.

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