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El mapa del envejecimiento sigue oscureciéndose: el noroeste peninsular, la zona más anciana de Europa

Los que serán ancianos en 2050 ya están entre nosotros y podemos prever con bastante seguridad cuántos serán.

Los que serán ancianos en 2050 ya están entre nosotros y podemos prever con bastante seguridad cuántos serán.
España ya es uno de los países más envejecidos del mundo. Y lo será en 2050 | Pixabay/CC/congerdesign

Esta semana, Eurostat publicaba su estadística anual sobre envejecimiento: Old-Age dependency ratio. Nada nuevo bajo el sol. Se incrementa en todos los países y en prácticamente todas las regiones. De hecho, los autores del informe destacan cómo ha evolucionado (para mal) este indicador en los últimos veinte años: de una tasa de dependencia del 26,8% en 2004 hemos pasado al 37% el pasado año. Es decir, hace dos décadas había en la UE cuatro personas en edad de trabajar (de 20 a 64) por cada mayor de 65 años (esto es la tasa de dependencia); hoy hay menos de tres potenciales trabajadores por cada anciano.

Como decimos, hasta aquí no hay nada que nos llame la atención. Pero si miramos el detalle, hay lecturas preocupantes (especialmente desde España). Las estadísticas de Eurostat no son lo más atractivo que uno pueda imaginar para una noticia. Pero si miramos el mapa, lo árido de las cifras se convierte en más accesible. Lo de la imagen suelta frente a los ciertos de palabras pocas veces estuvo más justificado.

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El mapa muestra la situación actual. Tasa de dependencia en cada unidad administrativa; en España, la provincia. Cuanto más oscuro, más envejecida está la población en esa región. Como vemos, el centro de Francia y zonas de Alemania están los colores más intensos. Es lo lógico. Derivada de un babyboom que comenzó a primeros de los 50; sus primeros de sus integrantes ya encaran la ochentena.

Junto a esas zonas, destaca otra gran mancha azul marino, especialmente al oeste del continente. Nos referimos a la gran franja que corre en paralelo desde el sur de Portugal hasta el mar Cantábrico. Ahí la tasa de dependencia supera el 50%. Es decir, menos de dos personas en edad de trabajar por cada mayor de 65. Y que sean dos potenciales trabajadores no quiere decir que lo sean en realidad: del paro a la tasa de actividad, hay muchos factores que pueden rebajar el número real. En realidad, en algunas de estas provincias, hay menos trabajadores que pensionistas.

Y esto es a día de hoy. Algo ya preocupante. Pero si miramos los demás mapas de Eurostat, los del futuro, la cosa es mucho peor (para el conjunto de la UE y, sobre todo, para España).

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El segundo mapa es el mismo que el primero, pero para 2050. Es verdad, y esto hay que tenerlo en cuenta, que el grado de certidumbre es menor. La tasa de dependencia en 2024 no es una opinión, es un dato. El mismo indicador dentro de un cuarto de siglo está abierto a discusión y dependerá de la respuesta a numerosas preguntas: del número de nacimientos a la esperanza de vida, pasando por la inmigración hacia y desde la UE.

También es cierto que en demografía hay tendencias que se pueden anticipar con cierta confianza. Los que serán ancianos en 2050 ya están entre nosotros y podemos prever con bastante seguridad cuántos serán. Y los niños que no han nacido ya no llegarán a trabajar para mitad de siglo. La inmigración es un factor más volátil.

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Por último, tenemos el mapa con la edad mediana por regiones (provincias en nuestro caso) prevista para 2050. De nuevo, podemos hacernos trampas a nuestro solitario mental y pensar que quizás no sea para tanto. Pero tiene pinta de que lo será, con inmigración y sin ella. Si no hubiera, simplemente las cifras serían un poco más elevadas.

Pero España es el país, junto a Italia, con una edad mediana esperada más elevada del continente. La mezcla de muchos futuros ancianos (las generaciones del baby-boom, que se irán jubilando en los próximos años) y muy pocos nacimientos desde inicios de los 90 provocará que nuestros países sean sociedades muy envejecidas. Habrá zonas en las que esto se notará algo menos (las más dinámicas y con más actividad económica), pero incluso ahí, la edad mediana se situará por encima de los 45 años. Lo que nos quieren decir esos tonos anaranjados que vemos en el mapa es que la mitad de la población tendrá más de 50 años. ¿Y cómo será un país en el que la mayoría de sus habitantes son ancianos o están cerca de serlo? Pues probablemente más tranquilo y más seguro; pero también menos dinámico, menos innovador, más miedoso… A eso vamos y cada nuevo dato que conocemos sólo confirma la tendencia.

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