El oro ha pulverizado sus propios máximos. La onza troy del metal precioso ha superado por primera vez en la historia la barrera de los 4.000 dólares, alcanzando un máximo intradía de 4.037,02 dólares, según datos de CNBC. El avance, del 1,3% en la sesión, consolida una revalorización superior al 53% en lo que va de año, impulsada por las expectativas de una política monetaria más expansiva a escala global.
El espectacular repunte del oro se produce en un contexto de creciente incertidumbre económica y política, pero, sobre todo, bajo la influencia de unos bancos centrales cada vez más inclinados hacia la relajación monetaria. Los mercados descuentan que la Reserva Federal (Fed) recortará los tipos de interés un cuarto de punto en su próxima reunión, un movimiento que reforzaría el atractivo del oro, un activo que no genera rentabilidad pero se beneficia de los entornos de tipos bajos.
"El oro ha experimentado un repunte histórico, duplicándose en menos de dos años, impulsado por las compras de los bancos centrales que buscan diversificar sus reservas más allá del dólar estadounidense, la agresiva política comercial del presidente Donald Trump y los conflictos en Oriente Medio y Ucrania", señalan los analistas de ING Research.
El apetito de los bancos centrales por el oro sigue siendo un soporte estructural para su cotización. El Banco Popular de China amplió en septiembre su racha compradora por undécimo mes consecutivo, a pesar de los precios récord, mientras otras autoridades monetarias emergentes continúan acumulando reservas.
Al mismo tiempo, la perspectiva de nuevos recortes de tipos, la persistencia de la guerra comercial estadounidense y las tensiones geopolíticas en distintos frentes siguen empujando a los inversores hacia activos refugio. Las tenencias globales de ETF respaldados por oro también se expanden, reflejando una demanda sostenida tanto institucional como minorista.
En conjunto, los analistas consideran que el metal dorado aún tiene recorrido al alza. "Mientras los bancos centrales mantengan un sesgo expansivo y la incertidumbre política siga pesando sobre los mercados, el oro continuará siendo el principal beneficiario", concluye Manthey.
Sin duda, uno de los grandes problemas que se encuentra detrás del auge del oro es la desconfianza cada vez mayor en la moneda fiat, las monedas respaldadas por los bancos centrales y que están devaluándose en un mundo extraordinariamente dominado por estados desarrollados del primer mundo con deudas públicas absolutamente inasumibles.

