
En un pequeño pueblo de Salamanca, en la frontera con Portugal, nació hace tres décadas una aventura empresarial que hoy opera en 31 países, emplea a más de 3.000 personas y es líder mundial en el cambio de divisas en aeropuertos. Su protagonista es Isidoro J. Alanís, fundador y presidente de Global Exchange Group, una empresa que empezó en 1996 con una modesta oficina de cambio en Fuentes de Oñoro, "el punto fronterizo más importante de Portugal con Europa", como él mismo recuerda. Desde allí, observando el trasiego de millones de viajeros que no encontraban un banco abierto para cambiar su dinero, Alanís vio una oportunidad y decidió emprender.
"Empecé siendo el primer trabajador de la oficina de cambio de mis padres, con 23 años, después de estudiar en Estados Unidos, Madrid y Bruselas", explica. "No tenía contactos ni capital, pero sí tenía lo más importante: vocación empresarial, pasión y el deseo de libertad que da crear algo propio".
Tres décadas después, esa intuición se ha convertido en una multinacional con presencia en 91 aeropuertos del mundo, desde Brasil a Emiratos Árabes: "Trabajo, constancia y pasión, no hay más secretos", resume. Y añade con orgullo: "De aquel pequeño pueblo fronterizo viven hoy más de 3.000 familias gracias a este proyecto".

El efectivo, símbolo de libertad
Más allá del éxito empresarial, Alanís se ha convertido en una de las voces más firmes en defensa del dinero en efectivo. En su visión, el billete físico es un garante esencial de la libertad individual y de la privacidad. "El dinero en efectivo te lo aceptan en cualquier parte del mundo", subraya. "Con 100 dólares estás protegido en cualquier lugar, pero si vas solo con el móvil o una tarjeta, puede que no haya cobertura o datáfono".
Su argumento va más allá de lo práctico: "El efectivo te da libertad, porque no estás siendo controlado por nadie. Si encima de toda la información que ya tienen de nosotros, saben también dónde, cómo y cuándo gastamos, eso da pavor". Para él, limitar el uso del efectivo —como hace España, con un máximo de mil euros por operación— "es una medida denigrante".
"Mientras el dinero sea fruto de tu trabajo, nadie debería limitarte su uso", defiende. Y apunta con ironía: "Nos quieren hacer creer que el efectivo es para delincuentes, pero las grandes estafas de los últimos años se han hecho con criptomonedas, no con billetes".
Contra el dinero digital: "nos quieren eliminar la libertad"
Alanís se muestra muy crítico con las iniciativas de los bancos centrales para implantar divisas digitales (CBDCs). "No pretenden eliminar el efectivo, sino eliminarnos la libertad, que es peor", alerta. Su temor es claro: "El día que no podamos sacar nuestro dinero del banco en una forma que no sea digital, estaremos en un corralito permanente. Y la gente no se da cuenta".
Ve en este avance "un paso negativo en Europa", que podría acabar despojando a los ciudadanos del control sobre su propio dinero. "Nos están llevando a que todo nuestro ahorro esté dentro de un sistema del que no podamos salir, y eso es muy peligroso", advierte.
Fintech, competencia y orgullo tecnológico
Pese a su defensa del efectivo, Alanís no es ajeno a la innovación. Global Exchange ha invertido en tecnología y digitalización, pero sin perder su raíz tangible. "Somos una fintech que además gana dinero, lo cual ya es un milagro", ironiza. "De nuestros 210 empleados en los servicios centrales, 140 son tecnólogos".
La empresa mantiene su centro tecnológico en Salamanca, donde aprovecha "el excelente ecosistema universitario y la apuesta de la ciudad por la innovación". "En Salamanca nació el derecho de gentes y la idea de libertad hace 550 años, así que no es mal sitio para construir algo global", dice con una mezcla de orgullo y sentido histórico.

La pandemia y el conflicto con AENA
El momento más duro en la historia del grupo llegó con la pandemia. "El COVID fue devastador: si las vacunas hubiesen tardado seis meses más, no habríamos sobrevivido", reconoce. Con los aeropuertos cerrados y los ingresos desplomados, la empresa llegó a perder 22 millones de euros en 2022.
Pero la crisis también sirvió para reposicionarse. "En plena tormenta aprovechamos para ir a nuevas concesiones y salir reforzados", explica. Sin embargo, hay una herida abierta: el conflicto con AENA, el gestor aeroportuario español.
"AENA decidió cobrar las rentas como si no hubiese habido COVID, a pesar de que el Congreso aprobó una ley que lo impedía", denuncia Alanís. "Somos el único país de los 31 en los que operamos en el que el gestor aeroportuario se niega a llegar a un acuerdo. Es penoso".
El contencioso sigue abierto, y Global Exchange espera recuperar entre 14 y 15 millones de euros de lo cobrado indebidamente. "AENA es el único gestor aeroportuario del mundo que sigue pleiteando con todas las empresas que trabajan en sus aeropuertos", lamenta. "Pero yo tengo la suerte de poder decirlo, porque mi empresa sigue siendo mía. Otros concesionarios no pueden hablar porque dependen de sus consejos de administración".
El futuro de Global Exchange
Mirando al futuro, Alanís se muestra prudente pero ambicioso. "En enero abrirá operaciones en el aeropuerto londinense de Heathrow, el más importante de Europa, con el que sumará 220 nuevos empleados". Y mantiene su apuesta por seguir creciendo en mercados con potencial turístico y estabilidad regulatoria.
Sobre el futuro del dinero digital, coincide con el entrevistador: "De las miles de criptomonedas que existen, solo sobrevivirán una o dos. El resto desaparecerán". Y añade con su habitual franqueza: "Aún no entiendo muy bien qué demonios son, pero no me parece que representen un avance real para la libertad de las personas".
Desde un mostrador improvisado en un centro comercial familiar hasta la cima del mundo del cambio de divisas, la historia de Isidoro Alanís es la de un empresario que reivindica la libertad económica frente al control estatal, el esfuerzo frente al privilegio y la provincia frente al centralismo.

