
Bajo uno de los paseos más transitados del parque de El Retiro, 45 escaleras abajo, se oculta una construcción pensada para resistir ataques aéreos durante la Guerra Civil: un refugio de 135 metros de longitud con cinco galerías abovedadas, situado a ocho metros de profundidad y capaz de albergar a 275 personas. Aunque fue finalizado en 1938, no se sabe con certeza si cumplió su función original y, desde entonces, ha permanecido oculto a la vista de los miles de visitantes que recorren a diario el parque.
El origen de esta instalación se remonta al 27 de agosto de 1936, cuando Madrid sufrió el primer bombardeo aéreo sobre población civil. Las bombas cayeron en la entonces plaza de Castelar, actual plaza de Cibeles, donde tenía sede el Ministerio de Guerra de la República, y dejaron claro que la ciudad necesitaba protegerse. Poco después, comenzó en el Retiro la excavación de un refugio subterráneo para salvaguardar a cientos de personas.
El proyecto consistía en una galería de profundidad variable hasta un máximo de ocho metros, con un ancho de 1,10 a 1,15 metros y una bóveda de entre 1,60 y 2,50 metros de altura. Para reducir el efecto de las ondas expansivas, las galerías estaban diseñadas con quiebros de 90 grados cada 25 metros.
El acceso al refugio se realizaba por tres puntos: uno en la calle Menéndez Pelayo, hoy oculto bajo el asfalto, y dos dentro del parque, uno de ellos próximo al Florida Park y cerrado en la actualidad. También dispone de varios respiraderos y dependencias superiores para aseos y letrinas.
En la entrada por Menéndez Pelayo se conserva un pequeño habitáculo que habría servido como enfermería. En las paredes interiores aún se aprecian las marcas donde se encastraban tablones de madera para sentarse.
Tras la Guerra Civil, el refugio dejó de tener utilidad militar. Fue utilizado para el cultivo de champiñones, para lo que se cubrió con tierra vegetal, y más tarde como almacén de materiales.
Ahora, el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, ha abierto las compuertas para comprobar su estado. El Ayuntamiento planea acondicionarlo y abrirlo al público en condiciones de seguridad, con la idea de convertirlo en un espacio visitable "para que los madrileños puedan acceder a uno de esos tesoros que tenemos en la ciudad y que merece la pena conocer", como el búnker del parque de El Capricho.
