LD (Agencias)
"No hay necesidad de desmantelarlas si son necesarias desde el punto de vista de una política de defensa orientada únicamente a la defensa propia", dijo el ministro Secretario del Gabinete, Yasuo Fukuda, durante una conferencia de prensa. Los comentarios de Fukuda responden a la noticia del diario izquierdista
Mainichi Shimbun
, según la cual la Agencia de Defensa, equivalente a un ministerio, ocultó la compra de esas bombas en los documentos presupuestarios del Estado, con el fin de imposibilitar el debate en la Dieta (Parlamento japonés).
Según el rotativo, la armada japonesa, concebida exclusivamente para actuar en defensa propia, compró miles de bombas de racimo por valor de 14.800 millones de yenes (123,3 millones de dólares) entre el año fiscal 1987 y 2002. Fukuda dijo estar al corriente de que las ONG exigen la prohibición de estas armas, pero indicó que el Gobierno tendrá en consideración tales peticiones sólo una vez estudiadas "las necesidades de Japón en materia de defensa, la situación de otros países y la opinión internacional". Las bombas de racimo son consideradas especialmente dañinas, ya que se abren en el aire y dejan caer unas doscientas pequeñas bombas del tamaño de una lata de refrescos, y las que no estallan, al llegar al suelo se convierten en auténticas minas antipersonales.
Japón es uno de los firmantes del tratado sobre la prohibición de las minas antipersonales, que fue sin embargo rechazado por EEUU, China y Rusia, los tres países que poseen más armas de este tipo. En febrero pasado, Tokio concluyó el proceso de destrucción de aproximadamente un millón de minas terrestres que poseía de acuerdo con el Tratado de Ottawa, que obliga a sus signatarios a eliminar este tipo de arsenal en un plazo de cuatro años.
Según el rotativo, la armada japonesa, concebida exclusivamente para actuar en defensa propia, compró miles de bombas de racimo por valor de 14.800 millones de yenes (123,3 millones de dólares) entre el año fiscal 1987 y 2002. Fukuda dijo estar al corriente de que las ONG exigen la prohibición de estas armas, pero indicó que el Gobierno tendrá en consideración tales peticiones sólo una vez estudiadas "las necesidades de Japón en materia de defensa, la situación de otros países y la opinión internacional". Las bombas de racimo son consideradas especialmente dañinas, ya que se abren en el aire y dejan caer unas doscientas pequeñas bombas del tamaño de una lata de refrescos, y las que no estallan, al llegar al suelo se convierten en auténticas minas antipersonales.
Japón es uno de los firmantes del tratado sobre la prohibición de las minas antipersonales, que fue sin embargo rechazado por EEUU, China y Rusia, los tres países que poseen más armas de este tipo. En febrero pasado, Tokio concluyó el proceso de destrucción de aproximadamente un millón de minas terrestres que poseía de acuerdo con el Tratado de Ottawa, que obliga a sus signatarios a eliminar este tipo de arsenal en un plazo de cuatro años.
