La atención mediática de Estados Unidos está centrada en la batalla que Barack Obama ha iniciado contra Fox News, propiedad del magnate Rupert Murdoch.
La primera en abrir fuego fue la Directora de Comunicaciones de la Casa Blanca, Anita Dunn, desde el New York Times: "Vamos a tratarlos de la manera que se trataría a un oponente", sentenció, "No es la forma en la que las organizaciones noticiosas legítimas se comportan" para acabar acusándolos de formar parte de un "ala del Partido Republicano".
A lo que Dunn se refería no es los servicios informativos de la cadena, ni a la cobertura presidencial, sino a los tertulianos que durante la noche, participan en programas de comentario político. En concreto, personalidades como Bill O'Reilly, Glenn Beck o Sean Hannity, muy críticos con la adminstración de Obama, y con notoria influencia. Esos son son los que molestan a la Casa Blanca, y contra los que se dirige en realidad.
Pero las relaciones con Fox News del Nobel de la Paz son históricamente tensas. La Casa Blanca ha dado respuesta a las críticas, excluyendo sistemáticamente a la cadena de toda rueda de prensa oficial, y negándose en redondo a que Obama fuera entrevistado en sus estudios, mientras lo hacía en el resto de televisiones del país.
De hecho, parte de la ofensiva contra la cadena se detalla diariamente en un blog creado al efecto en la página oficial de la Casa Blanca, "Reality Check", dedicado exlusivamente a desentrañar las supuestas manipulaciones de la cadena de Murdoch.
Tras unos días informando con detalle de los asaltos de esta batalla, algunos medios estadounidenses se preguntan qué pretende Obama con toda esta operación. Ni es el primer presidente, ni será el último que mantenga relacciones conflictivas con la prensa. Incluso, es lo deseable en una democracia que mantiene un sistema de prensa libre, y no subyugada al poder político.
La revista Time plantea la operación de la Casa Blanca, como una estrategia política, olvidándose de la ingenua concepción de que lo hace por "principios" o sin ninguna segunda intención.
Además, si en algo están de acuerdo todos los medios, es que esta "guerra" está beneficiando claramente a Fox, que está elevando sus cotas de popularidad.
Como señala el analista James Poniewozik: "dudo mucho que el espectador de Fox News, que hasta ahora tenía a la cadena por justa y equilibrada, vaya a cambiar de opinión por las palabras del presidente", señala. Son tres millones los seguidores de la cadena, pero según Time : "De esa base de fans apasionados se hace un gran éxito de la tele con cable, pero no le harán a usted Presidente".
Obama, según estas teorías estaría tratando de polarizar el debate político, y volver a granjearse los apoyos - y los votos- de todos aquellos sectores que se han ido decepcionando con el devenir de su política. Para Time, hay muchas más conjeturas posibles.
Por supuesto, continúa siendo posible que la Adminsitración esté simplemente guiándose por lo que cree que es correcto , y quiera advertir de lo que Fox News hace mal. Pero, es difícil no pensar que la Casa Blanca trate de ganar algo poíticamente de la pelea, porque lo cierto es que Fox News ya lo está haciendo.