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Los 'fontaneros' de Génova

El presidente ya tiene en su mesa un boceto con el nuevo organigrama del PP. Pero las negociaciones continúan. Se esperan unos días de infarto.

Política en estado puro. Soterrada, claro, pero de una importancia que no debe pasar desapercibida. Lo que las diferentes familias del PP se juegan estos días es su poder interno durante los próximos cuatro años. Se podría interpretar que, ostentando el Gobierno, esto es cosa menor, pero sujetándose a la máxima de que en política todo puede pasar, nadie quiere perder su silla.

Cuatro días quedan para que dé inicio en Sevilla el Congreso Nacional, y continúan las negociaciones. Erigida reina y estratega mayor por igual, María Dolores de Cospedal, la única que se ha visto confirmada en su puesto antes del cónclave. "Rajoy me ha dicho que quiere contar conmigo” como secretaria general. Y eso convierte su despacho en el más visitado y su llamada de teléfono la más deseada.

Que duda cabe que Génova se encamina hacia una cospedalización en toda regla. La duda está en cuánto podrá expandir su influencia sin provocar un choque de trenes con Javier Arenas -en alianza con Ana Mato- y Soraya Sáenz de Santamaría -muy próxima al andaluz, y que también quiere afianzarse en el aparato-.

Juan Carlos Vera, el nuevo hombre fuerte

La segunda fila se antoja decisiva en la nueva era del PP. Los primeros espadas, en muchos casos, tendrán dualidad de cargos, por lo que el trabajo de campo corresponderá a los nuevos fontaneros, cuyo jefe será Juan Carlos Vera. Ha sido la sombra de Mato en la vicesecretaría de Organización, y ahora podría sustituirle. Dar el salto en un año de revolución interna, habida cuenta de que se tienen que celebrar todos los congresos autonómicos y provinciales.

Con este nombramiento, Cospedal no se enfrenta al aparato, puesto que Vera siempre ha formado parte del mismo. Discreto, meticuloso, de confianza… no hubo foro popular en el que no anduviera por allí; como si no estuviera, pero controlando todo. A su lado, Alfonso Serrano, hombre fuerte en el marco electoral, en sustitución de Bermúdez de Castro.

La economía será, evidentemente, uno de los puntales del nuevo equipo. El PP quiere tener un buen argumentario con el que defender a Rajoy, y no será fácil suplir la figura de Cristobal Montoro, que obtuvo una notoriedad mayor, incluso, al de un vicesecretario general. Suena con fuerza para reemplazarle Juan José Güemes, que ya se sugirió para el equipo de Moncloa. Sería, en opinión coincidente de varios cargos, el primer escalón para seguir subiendo y llegar, en un segundo tiempo, al Gobierno.

Otro nombre que no debe pasar desapercibido es el de Juan Matarí, del clan andaluz. Ya hoy es un referente interno, de mucho poder pese a que la opinión pública no le tenga fichado. Controlará la política autonómica, provincial y local del PP, si bien también podría ocurrir que no sea vicesecretario general, cargo que simbólicamente volvería a recaer en su jefe, Arenas.

Nadie duda de que el tronco de los asuntos sociales estará en manos de Sandra Moneo -de firmes ideales- mientras que Carlos Floriano seguirá trabajando en el ámbito de la comunicación. Además, Manuel Cobo podría entrar en el esquema de Génova, a pesar de que llegó a ser expulsado por sus insultos dirigidos a Esperanza Aguirre.

La reunión de maitines

En la primera fila, los nombres que bajara Cospedal son mucho más conocidos. La secretaria general quiere una fotografía con peso, que deje claro que “el partido funciona”. Al frente de esa instantánea, que se reproducirá cada lunes gracias a una reunión de maitines que se celebrará en Moncloa, estará el propio presidente del Gobierno.

Junto a Rajoy, el núcleo duro, en el que seguirá Esteban González Pons. En principio no será coordinador, pero sí un vicesecretario (o portavoz) con gloria. Arenas repetiría, al menos hasta después de las elecciones andaluzas. También estarán presentes los portavoces de las diferentes Cámaras: Alfonso Alonso (Congreso), José Manuel Barreiro (Senado) y Jaime Mayor Oreja (Eurocámara).

La sorpresa podría venir con la incorporación de varios cargos del Gobierno. Tal y como adelantó este diario, Sáenz de Santamaría entrará con fuerza en el esqueleto del partido, tras conseguir un inmenso poder en el Ejecutivo y el Congreso. De hecho, varias fuentes le sitúan en el mismo núcleo, con una silla reservada en exclusiva para ella.

Alberto Ruiz Gallardón se vería, de igual forma, favorecido por esta fórmula. De hecho, ya era miembro del Comité de Dirección del PP, pese a no tener cargo que le permitiera el acceso. Otro de los fichajes sería el de Alicia Sánchez Camacho, presidenta del PP de Cataluña y próxima a Cospedal. La duda viene con Ana Mato, cuya continuidad en el organigrama está puesta en duda, pese a que está “a disposición” de lo que precise el presidente y Rajoy solo tiene buenas palabras sobre ella.

De todo ello tendrá que hablar Cospedal con el jefe en los próximos días, que podría apurar hasta el final, para desesperación de los suyos. Otra vez su estilo, y su control de los tiempos. Más ahora, con su cabeza en “lo verdaderamente importante”. Y de ahí el poder de su número dos, hasta que el presidente hable. Él tendrá, como siempre, la última palabra. Y quienes llevan largo tiempo en el PP aseguran que el líder -antes Aznar, ahora Rajoy- siempre lleva nombres en mente o alguna idea. Para el presidente, las siglas no pueden dejar de estar en funcionamiento.

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