Las crónicas oficiales y oficiosas hablan de normalidad en la jornada electoral gallega. Y tienen razón, pues esa normalidad incluye en este país que algunos se consideren con bula para violar las reglas del juego. Así, en algunas mesas gallegas han aparecido vocales, interventores y hasta un presidente ataviados para la ocasión con camisetas de Nunca máis, Hai que botalos -la consigna lanzada por los sucesores de la plataforma que liderara Manuel Rivas a cuenta del Prestige- o con un Galiza, versión de Galicia preferida por los nacionalistas, con estrella roja incluida.
En algunos de estos casos, intervino la Junta Electoral y los de las camisetas tuvieron que marcharse o cambiar de atuendo. Pero la cuestión es que allí se presentaron, a ver si colaba. El fenómeno se ha dado en pocos lugares en Galicia, pero resulta significativo. Hasta hace poco, el uso de camisetas con lemas propagandísticos por parte de quienes ocupan las mesas electorales se hallaba circunscrito al País Vasco. Allí, los pro-etarras nunca se han cortado ni con las camisetas ni con otras prácticas. Reciente está la violencia con que recibieron a María San Gil cuando fue a votar en las autonómicas vascas. Y, por cierto, que uno de los lemas recurrentes por esos pagos era el de “kampora”, es decir, “fuera”, de resonancias similares al “Hai que botalos”.
Los últimos años de agitación, estimulados por todos los partidos de izquierda, empezando por el PSOE, además de alimentar el resentimiento y el odio, han conducido a una extensión de las prácticas de coacción directas o indirectas, violentas o no, por parte de quienes sólo invocan el respeto a las reglas del juego cuando eso les beneficia. El ejemplo más sangrante de violación de esas normas fue, naturalmente, el que ocurrió el 13 de marzo de 2004, con el asedio a las sedes del PP en toda España, unos hechos que se ha negado repetidamente a condenar el PSOE.
Los miembros de mesas electorales que han querido hacer propaganda política hasta el final, sufren de una patología habitual en la izquierda española: la de dar por supuesto que las reglas del juego democrático no van con ellos, sino con los demás. No es difícil imaginar lo que hubiera sucedido y lo que se hubiera dicho si esas personas se hubieran presentado con camisetas con la foto de Fraga o el lema “Máis” que el PP ha utilizado en esta campaña. La larga y vieja historia de las asimetrías. ¿Aprenderán las gentes de izquierda alguna vez a jugar limpio?
