(Libertad Digital)
Como consecuencia de los golpes policiales que ha recibido ETA en los últimos meses, que habrían mermado sensiblemente su capacidad operativa, los cabecillas de la organización criminal sufren una grave paranoia. Creen estar infiltrados por “topos” que estarían pasando información a las fuerzas de la lucha antiterrorista, según
La Razón
. Por ese motivo han organizado un equipo de
contrainteligencia
para tratar de buscar a los infiltrados, según el mencionado diario.
El trabajo de estos “comisarios políticos”, como los denomina La Razón , consistiría en reunirse regularmente con los pistoleros que viven en Francia e interrogarles, sin miramientos, acerca de cualquier detalle de su vida diaria. Estas visitas, que se celebran por sorpresa, afectan a todos los etarras, aunque los que sufren una mayor presión del área de “contrainteligencia” de la banda son los que permanecen ocultos en algún piso de Francia a la espera de recibir instrucciones para incorporarse a algún comando.
Muchos de los etarras que residen en Francia, ocultos en los “pisos seguros” alquilados por ETA, incluso tienen prohibido asomarse a las ventanas y deben quedarse todo el tiempo en los apartamentos que ocupan, mientras otros miembros de la banda se ocupan de llevarles comida. Cuando salen de sus pisos para trasladarse a otros donde ocultarse, los etarras suelen ir acompañados por algún cabecilla de la banda, que vigila todos sus movimientos. Otros pistoleros, sin embargo, sí hacen una vida más normal, según relata La Razón , ya que tienen asignadas misiones de “correo”, de asistencia a los que están ocultos, cursillos de armas a los nuevos pistoleros, robo de automóviles, etc.
También los que pretenden ingresar en la banda criminal han de pasar “filtros” importantes a manos del área de “contrainteligencia” de ETA, según La Razón . Los “comisarios políticos” contarían con sus propios informadores en varios pueblos del País Vasco cuya responsabilidad sería indagar sobre el pasado de cada uno de los aspirantes. Fuentes de la lucha antiterrorista citadas por este diario afirman que se calcula que unos 90 jóvenes, se supone que provenientes del terrorismo callejero (kale borroka), esperan a que ETA les acepte en sus filas, pero parece ser que la cúpula de la banda habría bloqueado este proceso ante el temor de que se incorporen nuevos “topos”.
La Razón también dice que, según fuentes de la lucha antiterrorista, todos los miembros de ETA desconfían de sus propios compañeros. Al parecer, las discusiones serían constantes cuando los “comisarios políticos” interrogan a alguien y éste se siente herido por el hecho de que pueda ponerse en duda su adhesión inquebrantable a la causa de los terroristas.
El trabajo de estos “comisarios políticos”, como los denomina La Razón , consistiría en reunirse regularmente con los pistoleros que viven en Francia e interrogarles, sin miramientos, acerca de cualquier detalle de su vida diaria. Estas visitas, que se celebran por sorpresa, afectan a todos los etarras, aunque los que sufren una mayor presión del área de “contrainteligencia” de la banda son los que permanecen ocultos en algún piso de Francia a la espera de recibir instrucciones para incorporarse a algún comando.
Muchos de los etarras que residen en Francia, ocultos en los “pisos seguros” alquilados por ETA, incluso tienen prohibido asomarse a las ventanas y deben quedarse todo el tiempo en los apartamentos que ocupan, mientras otros miembros de la banda se ocupan de llevarles comida. Cuando salen de sus pisos para trasladarse a otros donde ocultarse, los etarras suelen ir acompañados por algún cabecilla de la banda, que vigila todos sus movimientos. Otros pistoleros, sin embargo, sí hacen una vida más normal, según relata La Razón , ya que tienen asignadas misiones de “correo”, de asistencia a los que están ocultos, cursillos de armas a los nuevos pistoleros, robo de automóviles, etc.
También los que pretenden ingresar en la banda criminal han de pasar “filtros” importantes a manos del área de “contrainteligencia” de ETA, según La Razón . Los “comisarios políticos” contarían con sus propios informadores en varios pueblos del País Vasco cuya responsabilidad sería indagar sobre el pasado de cada uno de los aspirantes. Fuentes de la lucha antiterrorista citadas por este diario afirman que se calcula que unos 90 jóvenes, se supone que provenientes del terrorismo callejero (kale borroka), esperan a que ETA les acepte en sus filas, pero parece ser que la cúpula de la banda habría bloqueado este proceso ante el temor de que se incorporen nuevos “topos”.
La Razón también dice que, según fuentes de la lucha antiterrorista, todos los miembros de ETA desconfían de sus propios compañeros. Al parecer, las discusiones serían constantes cuando los “comisarios políticos” interrogan a alguien y éste se siente herido por el hecho de que pueda ponerse en duda su adhesión inquebrantable a la causa de los terroristas.