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PROVOCÓ IMPORTANTES DAÑOS MATERIALES

Kantauri, condenado a 36 años por preparar la bomba que explotó en un bar de Escoriaza

La Sección Primera de lo Penal de la Audiencia Nacional ha condenado al dirigente de ETA Javier Arizcuren Ruiz, alias Kantauri, a una pena de 36 años de prisión por ser responsable de la fabricación de un artefacto explosivo en un bar de la localidad guipuzcoana de Escoriaza en 1987. La explosión no alcanzó finalmente a ninguna persona, aunque provocó daños materiales en los edificios colindantes

La Sección Primera de lo Penal de la Audiencia Nacional ha condenado al dirigente de ETA Javier Arizcuren Ruiz, alias Kantauri, a una pena de 36 años de prisión por ser responsable de la fabricación de un artefacto explosivo en un bar de la localidad guipuzcoana de Escoriaza en 1987. La explosión no alcanzó finalmente a ninguna persona, aunque provocó daños materiales en los edificios colindantes
L D (Agencias) Según la tesis de la Fiscalía, que es compartida por la Sala, el objetivo del atentado era intimidar a los arrendatarios del bar debido a que tenían la creencia de que en el establecimiento se traficaba con droga, así como causar la muerte de los agentes que acudieran a desactivar el artefacto, ya que avisaron de su colocación.

Los fundamentos jurídicos de la sentencia, de la que ha sido ponente el magistrado Ramón Sáez Valcárcel, destaca como prueba de cargo contra Kantauri la presencia de varias de sus huellas en diferentes componentes de la bomba, "lo que significa que participó en su confección", así como la declaración de uno de los integrantes del grupo Araba de ETA, del que éste formaba parte, que reconoció la participación de aquel en el traslado y colocación del artefacto.

Los especialistas en lofoscopia cotejaron las huellas recogidas en la caja y el dispositivo que conformaban la bomba con las de Kantauri una vez éste fue detenido en Francia. "Como resultado identificaron plenamente tres de ellas como pertenecientes al señor Arizcuren Ruiz: una del dedo medio de la mano derecha, otra del dedo medio y otra del índice de la mano izquierda", dice la sentencia, que añade que "la prueba dactiloscópica ofrece una alto nivel de certeza para la correcta identificación de una persona".

El tribunal condena a Kantauri por dos delitos de asesinato frustrado, uno por cada agente que acudió a desactivar el artefacto. La bomba estaba compuesta por una caja grande de galletas que contenía dos kilos del explosivo trilita conectada a otra caja más pequeña que contenía un sistema de detonación.

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