(Libertad Digital)
Maite Sáez afirma, en declaraciones al diario
El Mundo
, que se encuentra bien de salud, aunque también reconoce que las descalificaciones y ataques que está recibiendo, y que no se esperaba, le están haciendo un daño muy grande. Según explica, "vivo en un barrio, lo he hecho toda mi vida, convivo con la gente y se están diciendo tantas mentiras ... Me llaman golfa y cosas así, y sólo he trabajado para la gente, por eso estoy en política. Y no quiero decir nada, no quiero que se especule más, que si esto o lo otro, que si se ha dicho o se ha dejado de decir ... esto es tan sucio, se están diciendo unas cosas tan fuertes ...".
Con estas palabras, la disidente del PSOE reconoce que empieza a hacerle mella la presión social pedida por diferentes dirigentes del partido días atrás para conseguir que los dos "corruptos" devuelvan su acta. Se trata de una estrategia a la que se han unido algunos militantes, protagonizando hechos como las pintadas en la casa de José Luis Balbás, líder de los "Renovadores por la base", la manifestación a las puertas de la Asamblea de Madrid el día en que Tamayo y Sáez recogieron sus actas, o la campaña promovida por UGT en el Ayuntamiento de Madrid para que los funcionarios manden correos electrónicos exigiendo a los díscolos que devuelvan sus actas.
A esta campaña también se han unido incluso algunos diputados socialistas en la Asamblea de Madrid, quienes llegaron a afirmar días atrás, cuando Sáez y Tamayo acudieron a recoger sus actas a la Asamblea, que lo que les "les pedía el cuerpo" era desahogarse "físicamente", después de gritarles "corruptos" o "traidores" por los pasillos de la Asamblea de Madrid. El objetivo de la cúpula socialista es, según han dicho varios altos cargos del PSOE en los últimos días, que la "presión social" y "judicial" acabe por forzar a los disidentes a devolver sus actas y, hasta el momento, con las bases socialistas movilizadas, Tamayo y Sáez tienen difícil hasta volver a sus casas, simplemente porque tienen miedo y se sienten amenazados.
En el caso de Maite Sáez, sus declaraciones a El Mundo así lo demostrarían. Pero, de momento, la presión no ha conseguido tumbarla , ya que dice saber muy bien lo que ha hecho y lo que pretendía con su fuga de la Asamblea de Madrid: que su partido gobernase con su programa, no con el de IU. Sáez justifica su silencio afirmando que está totalmente de acuerdo con lo que dice su compañero Eduardo Tamayo y considera que es mejor que sólo opine uno, para no crear más polémica.
Con estas palabras, la disidente del PSOE reconoce que empieza a hacerle mella la presión social pedida por diferentes dirigentes del partido días atrás para conseguir que los dos "corruptos" devuelvan su acta. Se trata de una estrategia a la que se han unido algunos militantes, protagonizando hechos como las pintadas en la casa de José Luis Balbás, líder de los "Renovadores por la base", la manifestación a las puertas de la Asamblea de Madrid el día en que Tamayo y Sáez recogieron sus actas, o la campaña promovida por UGT en el Ayuntamiento de Madrid para que los funcionarios manden correos electrónicos exigiendo a los díscolos que devuelvan sus actas.
A esta campaña también se han unido incluso algunos diputados socialistas en la Asamblea de Madrid, quienes llegaron a afirmar días atrás, cuando Sáez y Tamayo acudieron a recoger sus actas a la Asamblea, que lo que les "les pedía el cuerpo" era desahogarse "físicamente", después de gritarles "corruptos" o "traidores" por los pasillos de la Asamblea de Madrid. El objetivo de la cúpula socialista es, según han dicho varios altos cargos del PSOE en los últimos días, que la "presión social" y "judicial" acabe por forzar a los disidentes a devolver sus actas y, hasta el momento, con las bases socialistas movilizadas, Tamayo y Sáez tienen difícil hasta volver a sus casas, simplemente porque tienen miedo y se sienten amenazados.
En el caso de Maite Sáez, sus declaraciones a El Mundo así lo demostrarían. Pero, de momento, la presión no ha conseguido tumbarla , ya que dice saber muy bien lo que ha hecho y lo que pretendía con su fuga de la Asamblea de Madrid: que su partido gobernase con su programa, no con el de IU. Sáez justifica su silencio afirmando que está totalmente de acuerdo con lo que dice su compañero Eduardo Tamayo y considera que es mejor que sólo opine uno, para no crear más polémica.