Menú

Es elogiable la prudencia que los manifestantes madrileños y, en general, lo de toda España mostraron ayer en su primer día de algarada callejera. Para salir en televisión un minuto no hace falta jorobar a la gente todo el día. Es más eficaz la imaginación que la violencia, porque, además, cualquier salvajismo callejero pondrá inmediatamente a la opinión pública en contra de unos sectores que tienen razones para quejarse, sin duda, pero no para hacerle pagar sus problemas al ciudadano común, que ya tiene los suyos.


Han hecho también muy sabiamente dándole un mes de plazo al Gobierno para contestar a sus peticiones, porque lo que éste puede hacer depende de la política europea con respecto al petróleo, y la apertura de expediente a Francia, Italia y Holanda, que han cedido unilateralmente ante la presión sindical muestra claramente que la Comisión Europea va a tomar de inmediato la iniciativa en ese terreno. Ha perdido mucho tiempo, pero en todo caso es la instancia que debe decidir una armonización de las bajadas fiscales, que habrán de producirse de modo homogéneo o dentro de unos márgenes aceptados por todos.


Es más difícil cambiar la mentalidad de la gente que modificar los propios hechos. Incluso hechos que han cambiado la realidad económica europea todavía no son percibidos adecuadamente por los agentes sociales. Política común y moneda común son ingredientes no racionalizados por la mayor parte de los grupos de grupos de presión, acostumbrados a presionar en la calle y atrincherados en torno al sector público de los Estados europeos, pero antes del tratado de Mastrique y lejos de la burocracia de Bruselas. La época en que esa batahola sindical resultaba eficaz y era políticamente posible ya ha terminado. Lo que ahora debe hacerse es presionar en la dirección de acuerdos europeos que favorezcan a todos los países, sabiendo que nunca el acuerdo va ser igualmente favorable para todos. Pero no hay otra vía. Una mayor violencia en cada país sólo puede impedir o retrasar un acuerdo pacífico más rápido en la UE.


Y ese acuerdo tiene que hacerse sobre la reforma a la baja de la fiscalidad del combustible y teniendo en cuenta que el precio del petróleo y la factura del mismo no volverán a ser lo que eran. Lo que sí cabe pedir a Loyola de Palacio y demás comisarios europeos es que actúen de una vez con tanta rapidez como energía. Energía para impedir el sálvese quien pueda de los gobiernos. Rapidez para que cuanto antes haya chalecos salvavidas para todos. Por que una cosa es tener que mojarse y otra muy distinta aceptar ahogarse.

En Opinión