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Eta tiene más explosivos que dinero. Las referencias al chantaje mafioso han sido obsesivas en los últimos comunicados de reivindicación de los asesinatos. Es muy probable que el incremento de los que se resisten y rechazan esta esquilmación parasitaria de los violentos fuera uno de los motivos que indujeran a los terroristas a abandonar la tregua-trampa. Según el auto del juez Baltasar Garzón sobre Ekin, la Eta interior, en la cuenta de ese grupúsculo directivo, sin afiliados ni cuotas, se mueven cada dos meses cerca de cuatrocientos millones de pesetas (dos mil cuatrocientos millones al año). El asesinato del empresario José María Korta está directamente relacionado con ese intento de amedrentar: la inmunidad de los nacionalistas se acaba en el bolsillo. La situación financiera debe ser angustiosa cuando Eta ha atentado reiteradamente contra las zonas emblemáticas de la burguesía bilbaína y a ello iba Patxi Rementería cuando falleció víctima de sus excesos... de explosivos.

Una hipótesis o escenario que viene barajando Interior es la posibilidad de un secuestro. El terrorismo es muy caro. Eta es un negocio basado en el crimen. Estrictamente, una mafia. Cuesta mucho sostener una estructura de pistoleros a sueldo. Los golpes a los que la banda ha sido más sensible ha sido los que han afectado a su estructura recaudatoria. El organigrama financiero de Eta es poco conocido, no se sabe a ciencia cierta el funcionamiento contable, ni los cauces de blanqueo de dinero aunque se podría buscar por Hb con certeza de éxito, como ha sucedido con Ekin. El dinero es el talón de Aquiles de Eta. En su modelo totalitario, caben los empresarios muertos o arruinados. La construcción nacional es un horizonte de genocidio y ruina económica. Merecerían un homenaje también todos los empresarios que han seguido generando riqueza sin someterse al chantaje mafioso como héroes de la libertad, porque la libertad económica es fundamento de la política.

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