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Enrique de Diego

España, donde debe estar

Francia y Alemania han respondido desde sus complejos de culpa y de inferioridad. Son dos viejas potencias coloniales que han sido las causantes de los mayores problemas para la libertad. Francia inventó el totalitarismo con la revolución francesa y el genocidio de La Vendée, y Alemania lo llevó a su cenit con el nazismo y el Holocausto. Podrían haber adoptado una posición de no beligerancia, pero han adoptado una posición agresiva respecto a los principios occidentales, sostenidos hoy por Estados Unidos e Inglaterra, como en la segunda guerra mundial.

La posición del Gobierno español destaca por su responsabilidad. En la causa de la libertad –y Sadan Hussein es un tirano de la peor especie, que sigue construyendo palacios mientras sus súbditos mueren de hambre, cuando no los gasea– no caben equidistancias. España ha aprendido la lección con terribles sufrimientos, como los zarpazos del terrorismo. En los momentos claves, cuando Aznar se despreocupa de su imagen y exorciza sus complejos centristas, suele caer del lado bueno. Ahora lo está haciendo. Tiene autoridad moral, dada su postura responsable en la guerra del Golfo, para pedir consenso y respaldo de la oposición.

Haría falta que nuestra diplomacia actuara con plena coherencia y se convirtiera en una exportadora de libertad en Iberoamérica. Y también que el Gobierno dejara de subvencionar el antiamericanismo de los intelectuales progres, a los que alimenta para tenerlos contentos, pero que siguen aquejados de nostalgias totalitarias, revestidas de un pacifismo que es proyección del desarme moral promovido por los "movimientos por la paz" que financiaban los soviéticos.

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