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Germán Yanke

La desesperación de Anasagasti

Como decía Baroja, ni el mal humor le hace parecer inteligente. Es evidente que el portavoz parlamentario del PNV, como su partido y el Gobierno que sostiene en el País Vasco, están enfadados. Está claro, además, que se sienten desesperados, sin capacidad de reacción razonable, sin ideas ni ganas de rectificar el lamentable rumbo de los últimos tiempos para reconstruir otras mayorías. Nadie lo duda ya: las elecciones les dan pavor. Pero ni la angustia ni la trepidación consiguen que los dirigentes del PNV formulen un planteamiento serio.

El repaso a la conferencia de prensa de Anasagasti es patético. La moción de censura deja de ser una previsión reglamentaria de la actividad parlamentaria y se convierte en una "puñalada trapera". Las elecciones ya no son la manifestación ordenada de la voluntad popular sino "la gran bronca política". Sus argumentos son tan endebles que, atorado intelectualmente, enarbola el fantasma. Esa situación tiene una consecuencia: "ETA va a actuar".

Si el PNV no siente vergüenza de su imbecilidad política y moral, deberían sentirla -ajena- los demás grupos. Creo que ha llegado el momento, ya que su proyecto político es de este corte, de no responder. Basta con describirlo: idiotez e indignidad. El PNV, por decirlo gráficamente, se ha cagado en los pantalones porque quiso sacar provecho de ETA y ETA le humilla ahora. Y no quiere ni reconocerlo, ni limpiarse el trasero. Casi no quiere ya ni disimularlo: cree que basta con insultar a los demás para que no se vea su lamentable estado. Pero se ve, se ve muy bien. Y ya huele.