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Diana Molineaux

Una guerra abierta

Con la campaña electoral cada vez más reñida, tanto el vicepresidente Al Gore como el gobernador de Texas George W. Bush han abierto las compuertas y una serie masiva de ataques mutuos pero, en ambos casos, prefieren que sean otros quienes empuñan las armas.

Por una parte, está la nueva ola de anuncios televisados a lo que Gore destina un presupuesto de 2.5 millones de $ y Bush casi el doble, con 4.5 millones. En ambos casos, no son los candidatos, sino sus respectivos partidos, los encargados de llenar las pantallas con los ataques personales que tanto el uno como el otro habían prometido evitar.

El Comité Nacional Demócrata cubre 13 estados y se dedica sistemáticamente a atacar el punto más fuerte de Bush: su gestión en Texas que le permitió la primera reelección como gobernador en la historia de ese estado. El Comité Nacional Republicano criticará, en 21 estados, las propuestas de Al Gore para aumentar el gasto público y mejorar la educación insistiendo en las fracasadas prácticas actuales y, naturalmente, recordará la escasa veracidad de Gore.

En cuanto a los propios candidatos, parecen dedicados a invadir mutuamente su terreno. Este martes Bush hizo campaña en Tennessee, donde Gore nació y tiene su cuartel general, mientras que Gore repartía su tiempo entre la preparación del debate de mañana y actos electorales en la Florida, un estado clave gobernado por Jeb Bush, hermano del candidato presidencial, y que no se ha inclinado aún por ningún candidato. El candidato a vicepresidente demócrata Lieberman se preparaba para viajar a las "colonias" de inmigrantes mexicanos en la frontera de Texas, para resaltar la pobreza en que viven áreas del estado gobernado por Bush.

Entre tanto, se mantiene la tendencia cada vez más favorable a Bush en las encuestas y, por primera vez en semanas, incluso Zogby lo pone ligeramente por delante. Pero la situación sigue muy inestable y hay signos de alarma para los dos candidatos. Gore le aventaja por 44 a 41% entre quienes ganan de 25.000 a 50.000 $ anuales y nadie, desde 1972, ha ganado las elecciones sin este grupo. Pero Ralph Nader, del Partido Verde, atrae al 21 % de los "progesistas", al 13% de los que tienen entre 18 y 24 años y al 10% de los independientes, lo que es en realidad una espada de dos filos: por una parte le puede quitar votos decisivos porque todo el apoyo de Nader sale del campo de Gore. Por la otra, pueden ser votos "en reserva" que regresen a Gore el 7 de noviembre, ante el deseo no "gastar inútilmente" el sufragio.

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