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Diana Molineaux

Ni están ni son

Esto es lo que deben decirse los estrategas del vicepresidente Gore al mirar el panorama de la campaña electoral que resulta desolador por el mero hecho de su dificultad. Al Gore todavía puede ganar las elecciones, pero habrá tenido que luchar palmo a palmo por un territorio que debía estar en su bolsillo.

Aunque la mayoría de las encuestas sitúan a Gore a escasa distancia de su rival republicano George W Bush, el colegio electoral es decepcionante: tan solo tiene seguros 4 de los 10 estados intermedios que le "correspondían" y los otros seis coquetean por la izquierda con el ecologista Ralph Nader y por la derecha con Bush.

Oregón, Washington y Iowa, con grandes aficiones ambientalistas, no pestañearon a la hora de apoyar al candidato Bill Clinton en las anteriores elecciones; igual ocurrió con Minnessotta, en el "cinturón escandinavo" que mantiene en el Nuevo Mundo las aficiones liberales de sus inmigrantes. También votaron por Clinton Michigan, con su gran número de obreros del automóvil, y West Virginia, cuyos mineros de carbón y bajo nivel de vida no se inclinan generalmente por los republicanos.

Gore, en cambio, se los ha de ganar a pulso pero no puede dedicarles tanta atención como quisiera porque otros pequeños estados, como Maine, Nevada o Nuevo Mexico muestran inquietantes simpatías por Nader mientras que su natal Tennessee podría llevarle a la ignominia votando por Bush.

Bush tiene un problema semejante, pero en su caso el único que amenaza con huir de su redil es la Florida, por mucho que necesite los mismos estados intermedios con el mismo apremio que Gore.

Los sondeos aumentan la confusión, pues las oscilaciones son muy fuertes en una fase en que la campaña debería tener una orientación clara y, en este panorama, ambos candidatos se lanzan a una lucha cada vez más intensa. Gore ha lanzado sus "brigadas de la verdad", que ayudan a distribuir un vídeo de 10 minutos, presentado, además, en 90 ruedas de prensa, criticando la gestión de Bush en Texas, mientras que los republicanos han reclutado a 28 gobernadores que viajan en 7 equipos, con aviones alquilados por cinco mil dólares/hora e irrumpen en cafeterías, fábricas y tiendas; no tanto para convencer al público, que en general eligen entre sus seguidores, sino para atraer a los reporteros y dominar así las primeras planas y minutos de los diferentes medios.

Oficialmente, las dos campañas creen estar en la "cresta" de la ola pero el despliegue humano y el derroche publicitario indica que ni Bush ni Gore sabe quién será el próximo presidente de Estados Unidos.

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