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Hay dos frases redondas en la trayectoria de Aznar que han tenido más impacto del que en su momento el común de los analistas esperaron que tendría: Váyase, Señor González y España va bien. Ésta produjo hilaridad, pero caló hondo en el electorado.

De hecho, el melifluo José Luis Rodríguez Zapatero centra su estrategia en que vaya calando un slogan alternativo. Tan sencillo como introducir un no en la consigna aznarista y queda todo lo contrario: España no va bien. La tesis socialista anterior era que el Gobierno del PP se beneficiaba de la “coyuntura económica” o de la “bonanza internacional”, mientras que ahora trata de jugar con los lógicos temores y las gravosas realidades que provienen del encarecimiento del crudo y la subida del precio del dinero por la debilidad del euro.

Los datos económicos son alentadores y el del paro de la EPA, con 21.400 parados menos y 170.000 nuevos empleos en los últimos meses, son magníficos. Muestran una ralentización de la actividad económica, pero son miles de españoles que han encontrado trabajo y con él, dignidad y seguridad. Pero el común de los españoles ve que el surtidor de la gasolina está más caro y el crédito hipotecario más elevado.

El Gobierno y el equipo económico no han generado un discuro alternativo, explicativo o de matiz al “España va bien” y ello favorece el simplismo alternativo del “España no va bien” zapaterista. En materia política de discurso, el Gobierno sestea y respecto a Zapatero es la complacencia en estado puro. Me parece dudoso que Zapatero esté siendo leal con el Gobierno -tampoco sé si esa es su misión-, pero desde luego el Gobierno está siendo leal y aún cariñoso con Zapatero. Aunque tampoco sé si esa es la suya.

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