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Alberto Míguez

Castro-Aznar: ¿Y ahora qué?

Horas después de haber concluido sin pena ni gloria la X Cumbre Iberoamericana de Panamá, José María Aznar dijo en Costa Rica, donde se hallaba de visita oficial, que la negativa de Cuba a firmar la resolución contra ETA, a la que se adhirieron todos los países presentes en la reunión, tendría consecuencias, aunque lógicamente rehusó decir cuáles y cuando.

Para muchos era obvio que el portazo cubano debería congelar unas relaciones que, pese a los esfuerzos españoles, estuvieron siempre bajo mínimos. Salvo en lo que al régimen cubano le interesa, es decir, la generosa cooperación económica y financiera, las ayudas humanitarias, la colaboración científica y técnica, etc.

Durante la etapa del ministro Abel Matutes era difícil saber a qué respondía tanta sumisión y tanta sonrisa. Hubo quien relacionó todo aquello con los negocios turísticos y hoteleros del entonces titular de Exteriores aunque él lo haya negado en público y privado: el tiempo dirá si mentía...

Da la casualidad que el secretario de Estado de Cooperación, Miguel Ángel Cortés, no tiene, que sepamos, negocios de ese tipo y nada explica la sumisión de que ha hecho gala en la gestión del caso cubano antes de la crisis de Panamá.

Por fin se cayó del guindo cuando el vicecanciller castrista, además de negarse a firmar la resolución contra ETA, acusó a España de ejercer el “terrorismo de Estado”, como hizo la dirigente de las “Madres de la Plaza de Mayo” en unas declaraciones memorables. Don Miguel Ángel podrá comprobar ahora cómo las gastan los castristas y para qué sirve tanto arrumaco y tanta complacencia, aunque no hay peor sordo que el que no quiere oír.

Dentro de unos días podrá el gobierno español responder adecuadamente -si se atreve, lo que está por ver- a Castro y sus sayones. Los países acreedores de Cuba se reúnen próximamente en el Club de París para decidir si se dan facilidades al régimen de Castro para pagar una deuda tan exagerada como desproporcionada con las capacidades económicas y los recursos del país.

Lo que Cuba quiere es pagar lo menos posible -nada, si lo consigue- en las mejores condiciones y en el plazo más dilatado. Algo tiene que decir España en esta reunión, entre otras cosas porque la deuda cubana con España es enorme (mil millones de dólares), para muchos incluso impagable, en último término fruto de una tolerancia que algunos confundirían fácilmente con la simpatía o el favoritismo. Los créditos oficiales ofrecidos a Cuba durante muchos años deberían ser investigados, porque en este asunto algo huele mal. Por experiencia soy escéptico respecto a que algún día llegue a saberse por qué se extremó la generosidad en el caso cubano por todos, derecha e izquierda, socialistas y conservadores desde la Administración española.

En el colmo del cinismo el gobierno cubano acaba de enviar un telegrama de pésame y solidaridad al partido socialista español tras el asesinato por la banda terrorista ETA de Ernest Lluch. Tras lo sucedido en Panamá, el telegrama se interpretó como un ejemplo excelso de cinismo, pese a que las relaciones que González mantuvo con Fidel Castro durante su hégira fueron francamente amistosas.

En el telegrama, firmado por el ministro de Exteriores, Pérez Roque, se decía algo insólito: “Cuba condena el terrorismo sea cual sea el país donde se produzca y quien lo ejecute”. Semejante afirmación en labios de quien hace apenas unos días se negó en rotundo a condenar el terrorismo en general, y particularmente el que sufre un país, supuestamente amigo, con el que se mantienen relaciones amistosas de cooperación y amistad, es una prueba máxima de cinismo, aunque el gobierno español debería estar curado de espanto en estos asuntos.

Algún día el régimen cubano debería aclarar sus relaciones con la banda terrorista ETA, algunos de cuyos activistas siguen residiendo cómodamente en la isla, sin que al gobierno español se le ocurriese ni lejanamente solicitar su extradición porque sabe que Cuba jamás la concedería. En un momento en que Castro solicita la solidaridad iberoamericana a dos países (Panamá y Venezuela) para que le ayuden en la extradición de los que -eso dice él al menos, aunque no aporte prueba alguna- intentaron asesinarlo durante la Cumbre de Panamá, sería bueno aplicarle el mismo rasero que él utilizó con respecto al terrorismo en España. Claro que hace muchos años que el régimen castrista tiene bula en éste y otros capítulos.

En último término, sería bueno que el gobierno español tomase nota cuidadosa de lo sucedido en Panamá y actuase en consecuencia. ¿Lo hará? Tengo mis dudas.

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