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Enrique de Diego

Frentismo por la libertad

El partido socialista ha sido el tradicional aliado del PNV. La radicalización del nacionalismo otrora moderado hasta pactar la unidad de acción con el terrorismo ha planteado un nuevo reto para la libertad al que el pacto entre PP y PSOE da respuesta. El partido de Arzalluz no puede contar desde ahora con un hipotético aliado que le permita mantener una falaz equidistancia. El PNV puede entrar en este pacto de lo obvio -de reivindicación del marco constitucional y estatutario como garantías de la libertad personal amenazada- si renuncia a Estella/Lizarra, a la asamblea de municipios vascos y a la propuesta de construcción nacional. Con Arzalluz al frente de ese partido tal cambio político, y aún moral, parece imposible.

En buena medida, este acuerdo histórico -aunque el concepto haya sido objeto de abuso en otras ocasiones- es un pacto de Estado en la línea del espíritu de Ermua y de la unidad de los demócratas, pero es también un acuerdo entre partidos que tiene un horizonte electoral o postelectoral en aras a la configuración de una alternativa constitucionalista, porque entraña el mensaje de que el PSOE no establecerá ningún tipo de alianzas con el PNV mientras no dé marcha atrás en su frentismo con Eh-Eta y en su huida hacia delante soberanista. Es un frentismo por la libertad alternativo al frentismo del terror nacionalista. Se acabó lo de que unos sacuden el árbol y otros recogen las nueces.