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Los armarios llenos del difunto Mitterand

Prosiguiendo el culebrón de los negocios sucios en Francia –bueno, comentando algún dato, porque se necesitarían varios tomos para contarlo todo-, diré que estos días la prensa comentaba de nuevo las peripecias de la caza, sin captura, de Alfred Sirven, el fugitivo que fue responsable de los “asuntos generales” (léase especiales) del grupo ELF. Sirven fue el responsable directo de la corrupción y de las “mordidas” de esa compañía petrolera estatal (hoy comida por Total, y en vías de privatización), comprando ministros en Francia y jefes de Estado en África, obrando a veces para la empresa y otras tantas obedeciendo a los interesados caprichos del mismísimo Mitterand.

Su caso se parece al de Roldán, con la diferencia de que los millones eran muchos más, así como el “suspenso”, ya que, cada vez que la policía francesa cree haber encontrado su escondite en Filipinas, Sirven desaparece. Antes de huir de Francia había declarado: “Si me detienen lo digo todo, y lo que sé puede hacer volar veinte veces la República”. Seguro, y por lo tanto no es de extrañar que aún no haya sido detenido. Tampoco sería extraño si un día se descubriera su cadáver en un accidente de tráfico, por ejemplo. Las carreteras en Filipinas son peligrosas.

Y esta misma tarde, interrumpiendo mi carta, salta la noticia de la detención de Jean-Christophe Mitterand, hijo mayor del difunto Presidente. Otros notables de la olla podrida miterrandiana, como Jacques Attali, su primer consejero durante diez años, están siendo interrogados por la brigada financiera de la policía, en relación con un gigantesco tráfico de armas con África, y concretamente con la “progresista” y famélica Angola. También están siendo interrogados en relación con el mismo tráfico, gentes tan dispares como el prefecto Marchiani (amigo político de Charles Pasqua), o el autor de best-seller Pol-Louis Sulitzer, escritor que no escribe, sino dirige algo tan soñado por nuestra boba progresía, como es un taller de escritura, compuesta, en este caso, por “negros”, en el sentido literario del término. Sabido era que este taller, muy rentable, no era más que uno de los negocios del millonario, pero no sabíamos que también invertía en el tráfico de armas.

En cambio, sobre Mitterand junior y Jacques Attali, ya se sabía mucho y olía mal. El primero fue el consejero de su padre Presidente para los “asuntos africanos” y se enriqueció tan deprisa y hubo tantas noticias sobre sus estafas neocolonialistas en África, que a pesar de sus pesares, su padre tuvo que echarle. Está visto que sus años de Monsieur Afrique, le han servido para continuar sus actividades mafiosas. El caso de Attali, intelectual de postín, emérito plagiario de escritos ajenos, muy mimado por el “Tout París”, es de la misma índole, después de sus años como principal consejero, su capo Presidente le nombró Director de la BERD (el banco encargado de ayudar a la reconstrucción de Europa del Este, totalmente asolada por el comunismo), de donde fue expulsado sin indemnizaciones, debido a sus turbias actividades.

Estos y otros jerifaltes del miterrandismo, como Roland Dumas, Strauss-Kahn, Loíc Pringent (ex presidente de ELF), Cambadelis, (ex nº 2 del PS), y muchos más, muchísimos, hoy procesados, durante y después de la Presidencia de “Dios”, se han ensuciado tanto las manos, que en comparación, el actual Presidente Chirac va a parecer inmaculado. Cosa que no es. Pero, mira que los otros...

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