Menú
Enrique de Diego

Ibarretxe y los malnacidos

Es llamativa la facilidad con la que se entregan los psicópatas del terrorismo nacionalista. Hay ya precedente de cobardía superlativa en estos asesinos en serie. Los dos destinados a Andalucía gritaron todo lo posible para que no les dispararan, cuando ellos no habían dado ninguna opción a sus víctimas. Los de Barcelona se han identificado como etarras de manera inmediata y han informado de que el coche iba lleno de explosivos para que no se escapara un tiro y volaran ellos por los aires como Patxi Rementería. Mientras demuestran un desprecio absoluto hacia la vida de los demás, de personas decentes, de bien nacidos, sienten un miedo atroz a perder la suya.

Es elogiable la serenidad y la prudencia --el profundo respeto al Estado de Derecho-- de los miembros de las fuerzas de seguridad para que en esos momentos de tensión no se les escape un disparo. Al anterior guardia urbano, Juan Miguel Gervilla, que se disponía a ayudarles a empujar el coche, le dispararon a traición. Con los miembros de la Guardia Urbana que ahora les han detenido, han lloriqueado. Ni como psicópatas tienen un mínimo de dignidad. Sólo saben matar por la espalda.

Lleva razón Ibarretxe --ha demostrado ya su déficit democrático retrasando unas elecciones que se debían haber celebrado inmediatamente después de que Eta rompiera su tregua-- al decir que todo o cualquier bien nacido ha de alegrarse por estas detenciones. Se evitan muertes inmediatas. Ahora, la periodista morcillera puede comprobar aquello del diálogo con los asesinos de Ernest Lluch: a él no le dieron opción, ni le dijeron ni le permitieron decir nada.

Pero la frase de Ibarretxe esconde el peor de los pecados, a tenor del Evangelio, el de hipocresía. José Ignacio Cruchaga y Lierni Armendariz --una fría legal de 27 años, representante de esta nueva Eta-- iban a asesinar en nombre de la construcción nacional, iban a sacudir el árbol con veinte kilos de dinamita para que Arzalluz recogiera las nueces manchadas de sangre constitucionalista. Si todo bien nacido ha de alegrarse por estas detenciones, es porque estos asesinos son unos malnacidos (ellos no se alegran, tiritan de pavor y se defecan).

Pero resulta que con los votos de estos malnacidos, y de los psicópatas del comando de Andalucía, es con los que ha gobernado y gobierna Juan José Ibarretxe. Estos son los compañeros patriotas de Otegi y Josu Ternera con los que pactó su investidura el lehendakari de todos los nacionalistas, con los que ha aprobado leyes y presupuestos y cuya ausencia le permite seguir en la poltrona, como se demostró con las mociones de censura. Estos malnacidos se han formado en el sistema educativo desarrollado por el nacionalismo durante más de veinte años de gobierno y han crecido en la impunidad de la kale borroka ignorada por el consejero de Interior, Javier Balza, al dictado de las consignas de Arzalluz.

Ibarretxe gobierna gracias a los malnacidos del tiro en la nuca y el coche bomba, con los que matan concejales, jueces, periodistas, fontaneros y, según Egibar, aspiran a seguir haciéndolo, así que muchos bien nacidos que nos alegramos sobremanera de que detengan a esos psicópatas cobardes, nos alegraremos casi tanto cuando veamos abandonar Ajuria Enea a Ibarretxe por dictado de las urnas.

En Opinión