Como estaba previsto, la mamá ha encontrado, sin dificultades, los 5 millones de francos para su hijo y, con todas las televisiones delante, ha declarado que la familia y los amigos habían enviado mucho más dinero para pagar el rescate (en el sentido gangsteril del término) de su pobre hijo secuestrado, implícitamente, por bandoleros. No es de extrañar, no, entre ricos anda el juego. No sé que repercusiones legales podrá tener este lenguaje digno de Elena Ceaucescu, pero es seguro que para mucha gente ha resultado clarísimo que los Mitterrand no se consideran ciudadanos, sino de una especie superior, fuera del alcance de las leyes.
Desde la cárcel y apenas salido, Jean-Christophe Miterrand, insulta y amenaza al juez Philippe Courroye, y se declara inocente. No faltaba más. He tenido que leer esta misma mañana, viernes 12, en el “International Herald Tribune”, que, a petición de la Justicia francesa, las autoridades suizas han bloqueado las diez (sí ¡10!) cuentas corrientes de Jean-Christophe Mitterrand en Suiza. Ocho en Ginebra y dos en Zurich. Serán ahorritos para comprar cohibas, pero la prensa francesa no ha mencionado este dato.
En libertad bajo fianza, Mitterrand junior tendrá que presentarse todas las semanas en la comisaría de su barrio, se le retira el pasaporte y sus actividades estarán controladas por la policía. Esto me recuerda otro caso, en España, pero aunque no se lo crean, los Mitterrand no tienen el poder de condenar a jueces y de actuar impunemente como estos señores del Imperio Polanco.

La tribu Mitterrand al desnudo
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