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Diana Molineaux

Unidad sin concesiones

Los norteamericanos han escuchado el discurso inaugural de Bush escrutando dónde estará dispuesto a ceder, en aras de la unidad de un país que las elecciones han demostrado dividido en dos mitades casi iguales. La primera impresión es que Bush no entiende la unidad como concesiones de principios.

Bush tal vez piensa en conciliar a diversos grupos entre sí, pero su discurso indica más bien una disposición a aprovechar el impulso de los primeros momentos para defender las prioridades que enunció claramente: mejorar la educación, reducir los impuestos y reforzar la defensa. Bush salió de las líneas generales propias de este tipo de alocuciones para referirse específicamente a los puntos que considera esenciales.

Son cuestiones polémicas porque aunque nadie se opone a tener una buena defensa y una población bien preparada, la forma de abordar la tarea es totalmente distinta a uno y otro lado del espectro político que debatirá intensamente por la privatización de la enseñanza, la manera de pagar por nuevos sistemas de armamentos y las amenazas a que se enfrentan Estados Unidos. Mucho peor será la lucha para reducir los impuestos que ahora los demócratas se ven obligados a aceptar, pero a escala mucho menor que la propuesta por Bush.

La mayor frustración para el recién estrenado presidente ha de ser la acogida que tuvieron sus palabras entre los líderes negros, representantes de una minoría que lo rechazó en noviembre, pues tan solo el 9% de los negros votaron por él y que no se conforma con su victoria: poco después de la investidura, dirigían una enorme manifestación en Miami, donde volvían a rechazar el resultado de las elecciones y denunciaban nuevamente que se les había impedido votar. Quizá le sirva de consuelo que, para atacarlo, los manifestantes utilizaron una frase del discurso, en que Bush lamentó las divisiones que hacen de EEUU "un continente pero no una nación".

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