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Ordeno y mando

Lionel Jospin se ha liado la manta a la cabeza y ordena: “Lo que prometí ayer, hoy lo exijo. Todos los ministros que han sido elegidos alcaldes, deben dimitir inmediatamente de uno de los dos cargos. He dicho”. Esto suena como prima a los ministros derrotados. Apenas se había hablado de los ganadores, porque no eran pesos pesados del gobierno –salvo Alain Richard, Defensa—, o porque había triunfado en pequeñas ciudades, y se comentó sobre todo el resultado en las grandes. La derrota de la izquierda en el conjunto del país, le plantea a Jospin un problema de equilibrio en su mayoría “plural”.

Los comunistas se han derrumbado y los Verdes han mejorado sus votos, en relación con las municipales de 1995, sin alcanzar el resultado de las europeas, se dice que fue porque su lista estaba conducida por Cohn-Bendit, quién goza de simpatías en ciertos sectores. Claro, estos exigen más carteras ministeriales, ya que es lo único que les interesa. No es seguro que Jospin acepte. Para los que tienen sobrada edad y algo de memoria, resulta muy jocoso contemplar a dirigentes regionales y diputados comunistas exigir la dimisión fulminante de toda su dirección, empezando por Robert Hue. Es la primera vez en su historia. Exigen la salida del gobierno y una postura más radical en la oposición. Sus críticas se parecen mucho a las del Frente Nacional. En París, la política suicida del PFR no cesa. Acaban de nombrar al responsable de su derrota, Philippe Seguin, presidente del grupo municipal de su partido.

“Cuatro millones de pobres en Francia”, anuncia (como si fuera noticia), hoy, viernes, Le Monde, con grandes titulares en primera plana. Que nadie piense que se han hecho compasivos. Se trata únicamente de intentar convencer al PS, que tiene que ganar votos a la izquierda, movilizando a su favor el “voto izquierdista”, y sobre todo convenciendo a los abstencionistas de votar por el PS. Para ganar en 2002, necesitarían convencer a un 5% de los indecisos, no más. No estoy seguro de que nombrar a Viviane Forrester, por ejemplo, Ministra de la Pobreza, convenza de la noche a la mañana, a los abstencionistas por cabreo, de votar por los partidos que gobiernan desde 1981 (con algunas interrupciones).

El cinismo de los nacionalistas corsos en general y del grupo “Armata Corsa” en particular es de aquelarre. Después de haber reivindicado algunos de los atentados cometidos últimamente en la isla, como en el continente (la voladura del Palacio de Justicia de Annecy, por ejemplo), han dejado ayer un coche bomba en París –sin detonador— y declarado tranquilamente: “Era para demostrar que podemos. Si no matáis (o detenéis) a los asesinos de nuestro compañero Jean-Michel Rossi, os matamos a vosotros”. Entiéndase a cualquier peatón a su alcance. Pretenden nada menos que servirse de la policía para cumplir sus venganzas. El hecho de que el Otegui corso, Talamoni, portavoz de otros grupos nacionalterroristas haya sido ampliamente derrotado en las últimas municipales, no cuenta para ellos. Su voto es diferente.

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