La estabilidad de precios es uno de los cimientos básicos del crecimiento económico y el bienestar de una sociedad. La inflación significa el deterioro del poder adquisitivo de los salarios, las pensiones y el ahorro; implica también la pérdida de competitividad de una economía, con el consiguiente efecto negativo para el crecimiento económico y la creación de empleo. Además, encarece la financiación del consumo y la inversión, porque los bancos se protegen contra la pérdida de valor que experimenta el dinero en un entorno inflacionista y contra la incertidumbre que ese mismo entorno genera. Y, lo peor de todo, cuando el mal ya está hecho, hay que subir los tipos de interés para frenar las presiones sobre los precios, lo que nuevamente vuelve a castigar al consumo, a la inversión y, en consecuencia, al crecimiento económico y a la
generación de puestos de trabajo.
Por estos motivos, los bancos centrales de los distintos países del mundo desarrollado suelen tener como primer y fundamental objetivo el mantenimiento de la estabilidad de precios. El Banco Central Europeo no sólo no es una excepción a este principio, sino que el propio Tratado de Maastricht establece que la primera misión del BCE es luchar contra la inflación. Estas disposiciones, sin embargo, se han olvidado con cierta frecuencia desde que se creó la Unión Monetaria Europea el 1 de enero de 1999 y el euro ha pagado los platos rotos. Pero las autoridades económicas y políticas europeas parece que siguen sin aprender la lección y están volviendo a incurrir en el mismo error.
Todo esto viene a colación de si el BCE debe o no bajar los tipos de interés. Lo cierto es que, en las circunstancias actuales de crecimiento económico de los Doce, el precio oficial del dinero podría resultar ligeramente alto, pero en ningún momento constituye un freno al desarrollo de la actividad productiva en el seno de la zona del euro. Pero hay que tener en cuenta el escenario de precios y, después del repunte que registró la inflación en Francia, Alemania y España el pasado mes de febrero, las circunstancias aconseja al menos un poco de prudencia a la hora de relajar la política monetaria.
¿A qué viene, entonces, tanta presión para recortar los tipos? Es lógico que los mercados pidan que se abarate el precio oficial del dinero, porque así podrían recuperar parte de las pérdidas acumuladas por la fuerte caída de la Bolsa en las últimas semanas y piensas que la relajación de la política monetaria podría contribuir a devolver la estabilidad a los mercados de valores. Pero esas son cuestiones de los mercados, no del BCE, que debe mostrar su autoridad frente a ellos. Los políticos, sin embargo, empiezan a entrar en escena, especialmente los franceses, que piden otro recorte de tipos para estimular el crecimiento económico. Y ese es el error. En primer lugar, y a diferencia de Estados Unidos, un precio oficial del dinero más bajo afecta muy poco a la evolución de la actividad productiva en la zona del euro. Pero, lo que es peor, las presiones políticas minan la credibilidad de una institución como el Banco Central Europeo que lo que necesita es justo lo contrario.
Por otra parte está la cuestión de la debilidad de la moneda única. Si el euro ha empezado a recuperarse frente al dólar es gracias a dos factores: la seriedad que de un año a esta parte viene mostrando el equipo de Wim Duisenberg en la ejecución de la política monetaria y la reducción del diferencia de tipos de interés entre EEUU y los Doce. Por tanto, un recorte de tipos en estas circunstancias podría cercenar el proceso de recuperación de la moneda única y echar leña al fuego de las presiones inflacionistas. En consecuencia, tienen razón quienes, como el vicepresidente económico del Gobierno, Rodrigo Rato, se oponen a la rebaja del precio del dinero y recuerdan al BCE que su primera misión es la lucha contra la inflación. El banco, a fin de cuentas, no está para salvar a los países que se niegan a liberalizar y hacer reformas estructurales ni para arreglar los problemas de quienes invierten en Bolsa.

La inflación es lo primero

En Portada
Servicios
- Radarbot
- Curso
- Inversión
- Securitas
- Buena Vida
- Reloj Durcal