En los tiempos en que la palabra justicia aún tenía un significado riguroso, las personas honradas denunciaban delitos o crímenes. Pero en estos días en los que cada vez más gente intenta vivir políticamente a costa de los demás, cualquier protesta ante una situación desagradable se convierte en una denuncia que intenta obtener la simpatía y la solidaridad de los ciudadanos.
La Asociación de Titulados del INTA (Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial) muestra que estos científicos e ingenieros están aprendiendo mucho de política: ya han formado una asociación que refleja su mentalidad colectivista y que muestra que están unidos como grupo de presión: "denuncian" precariedad laboral (contratos por obra o servicio), imposibilidad de promoción profesional, huida al sector privado e insuficiencia de personal.
Los contratos por obra o servicio permiten a una empresa emplear a trabajadores para la realización de un proyecto sin necesidad de tenerlos indefinidamente en nómina cuando ya no son necesarios o competitivos. Igual que un consumidor que un día acude a una tienda para adquirir un producto no se compromete con ser su cliente el día de mañana. Pero el trabajador confundido con las ideas socialistas cree que esto es inmoral, que tiene derecho a un puesto de trabajo con contrato indefinido, a ser posible de por vida.
Los empleados laborales del INTA llaman imposibilidad de promoción profesional al hecho cierto de que tienen muy pocas opciones de acceder a la carrera funcionarial. El sueño de todo científico, convertirse en burócrata, tener un puestito garantizado de por vida en el cual poder elucubrar sobre los secretos del Universo y llevar a cabo sus ensoñaciones. También se quejan de que algunos investigadores terminan trabajando para empresas privadas. ¡Qué horror, ganarse la vida honradamente, lejos de los presupuestos del Estado, satisfaciendo de forma eficiente los deseos y las necesidades de los consumidores!
Por último lloran porque son pocos para el mucho trabajo que hay que hacer. Lo de muchos o pocos siempre es relativo, pero ¿realmente quieren que nos creamos que en un instituto público puede alguien trabajar al límite de su capacidad? Y siendo un poco más incisivos, ¿realmente merece la pena lo que hacen? La técnica aeroespacial puede ser fascinante e incluso útil, pero muchas otras cosas también lo son.

Una denuncia intachable
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