Menú
Alberto Míguez

La “desatención” de Bush

Preguntáronle al presidente Aznar días pasados ante el “rais” sirio, Bashar Al Asad, si no creía que Bush había sido “desatento” con él al no informarle directamente, como hizo con otros jefes de gobierno europeos y con el propio Vladímir Putin, sobre el proyecto de “escudo antimisiles”. Aznar tiró balones fuera y recordó que Bush había recibido recientemente a los Reyes y que España sería el primer país europeo que visitase en la próxima –y primera– gira del presidente americano por Europa.

Las relaciones internacionales no se procesan mediante simpatías personales, cortesías o desplantes. Bush explicó su proyecto por canales diplomáticos y militares a los países aliados de la OTAN y volverá a hacerlo en el Consejo Atlántico de Bruselas dentro de unos días. Claro que hubiera podido llamar por teléfono a Aznar y no lo hizo. Pero, como el propio Aznar dijo: “No soy yo quien tiene que indicarle a Bush a quién debe telefonear”.

España y Estados Unidos mantienen una vieja y estrecha alianza que en el pasado se fijó, sobre todo, en los capítulos defensivos. Cuando España entró en la OTAN, tras un malhadado referéndum, se procedió a una reducción de los contingentes e instalaciones norteamericanas en España después de una difícil negociación. Reducción puramente cosmética, porque los americanos abandonaron aquellas instalaciones que no les interesaban (Zaragoza y Torrejón) y permanecieron en otras de interés estratégico permanente y preferente (Morón y Rota).

Se trataba, más que nada, de un gesto hacia una galería cada vez menos motivada por el antimilitarismo rampante que el PSOE había sembrado durante muchos años. El “OTAN no, bases fuera” es cada día menos movilizador. Por eso, cuando el Gobierno decidió la plena incorporación en la llamada “estructura militar” de la OTAN no fueron necesarios aquellos aspavientos reductores.

Aznar y sus ministros de Asuntos Exteriores de los últimos años han intentado construir una relación “especial” con Estados Unidos durante la presidencia de Clinton. Se pretende ahora incidir en esta relación actualizando algunas instalaciones militares en Rota y Morón. Existe la preocupación de que la reforma o actualización del Acuerdo de Cooperación existente entre los dos países se fije solamente en la dimensión militar que, para algunos analistas, deberían haber disminuido, dada la plena incorporación de España en la Alianza Atlántica. Convertir a un aliado en un simple portaviones estratégico o en un campo de maniobras degrada inevitablemente el tenor de las relaciones, por muy estrechas que sean o quieran ser.

¿Desatento Bush con Aznar? Tal vez, aunque no más ni menos que con los dirigentes de otros países europeos y también aliados. El “escudo antimisiles” se explicará por sí sólo si es capaz de garantizar la seguridad mundial sin resucitar los viejos fantasmas de la guerra fría. Queda por saber si el invento es operativo, algo que bastantes dudan.

El próximo día 12 de junio llegará a Madrid el nuevo presidente norteamericano y será entonces el momento de calibrar si la “corriente pasa” o, como dicen otros, si hay “química” con Aznar. Aunque el contacto personal no es decisivo en las relaciones entre dos países, sin duda influye. Para bien y para mal.

En Internacional

    0
    comentarios