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El BCE se rinde a la evidencia

El Banco Central Europeo ha vuelto a sorprendernos con un descenso del tipo de interés, cuando casi nadie lo esperaba, y se ha rendido ante la evidencia de que la crisis económica que sacude a medio mundo es más peligrosa para Europa que la inflación. El BCE ha reducido un cuarto de punto su tipo de interés y lo ha dejado igual que el de Estados Unidos, en el 4,50 por ciento, dos años después de su última reducción de tipos del euro. Sólo uno de los 38 analistas consultados por la agencia Bloomberg había vaticinado un cambio en los tipos de interés para este jueves, aunque la totalidad lo esperaba para dentro de unos meses como más tarde y vaticina todavía más recortes para revitalizar la economía de los países del euro.

El BCE se ha sumado así a los últimos recortes del precio de los créditos, realizados por Estados Unidos, Canadá, Corea del Sur, Japón, Australia y (también este jueves) el Reino Unido, ante la evidencia de que la falta de fuelle de la economía norteamericana iba a terminar por afectar a todo el planeta. La decisión de Wim Duisenberg es lógica ante la actual situación, pero para España no le viene nada bien, ya que nuestro Gobierno no ha solucionado el grave problema de la inflación, que se sitúa en el doble de donde debería estar.

Los economistas vaticinan malas noticias para este viernes, cuando se publique el Índice de Precios al Consumo correspondiente a abril, que seguramente se situará en el 3,9 por ciento, la misma cifra que en marzo. El Gobierno de José María Aznar no debe esperar más para llevar a cabo las reformas estructurales que introduzcan más competencia en los sectores con mayor inflación, porque están “protegidos” por su situación de casi monopolio.

Hasta ahora, la política del BCE de defender a ultranza la estabilidad de precios y de resistirse por ello a las demandas de reducción de tipos de interés se había convertido en una aliada de nuestro Ejecutivo, que se apresuró a defender estas tesis para ganar tiempo. La decisión de Duisenberg de rebajar un cuarto de punto el tipo de interés, cuando los economistas reclamaban medio punto, obedece también a una sentencia salomónica para defender a la vez la misión del BCE de contener la inflación y admitir que la situación de la economía no permitía más esperas.

El detonante de la decisión del BCE parece deberse a la malísima noticia que nos dio el miércoles Alemania, con una caída de la producción industrial en abril del 3,7 por ciento. La OCDE y el Fondo Monetario Internacional reclamaban recientemente un recorte de los tipos de interés para los doce países que compartimos el euro, aunque la Comisión Europea, cuyo responsable de economía es el español Pedro Solbes, opinaba que esta reducción no era necesaria.

Los organismos internacionales son unánimes, eso sí, en sus previsiones para este año. El crecimiento económico europeo será mucho menor de lo previsto y los descensos de los tipos de interés serán necesarios para evitar una crisis mayor. Ante esta situación, el BCE debería olvidarse por un tiempo de su objetivo de mantener la inflación en el 2 por ciento (está actualmente en el 2,6%) o, mejor aún, de modificarlo a un objetivo “cerca del 2 por ciento” para tener así las manos más libres y garantizarnos que también luchará en el futuro contra la amenaza de recesión.

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